Recorrido de 16 días por Brasil, mucho más que un viaje

atardecer en la playa de ipanema, en río de janeiro

Hoy hace un mes exactamente que cogimos el avión de vuelta tras una de las mejores aventuras de nuestras vidas. Un mes me ha costado comenzar a asimilar todo lo que supusieron aquellas dos semanas en Brasil, un lugar al que llegamos de rebote y que supuso un punto de inflexión para y en todas nosotras. Un antes y un después.

Amigas desde niñas, era nuestro primer viaje juntas y, en parte embarcamos, pensando que tal vez, sería el último. Un caso puntual que se daba en el momento oportuno, ni antes ni después, y que supimos que sería especial, antes incluso de escoger el destino. Nos pilló con la madurez suficiente de quien sabe valorar lo que tiene y con las responsabilidades justas de quien busca exprimir cada momento. Fuimos libertad hecha ganas.

Brasil ha sido reír hasta llorar; reflexiones, confesiones y secretos; silencios que hablan por sí solos y ruidos que no se interponen. Al otro lado del Atlántico, todo se ha magnificado como en la casa del ojo que todo lo ve, y ha significado mucho más de lo que entonces fuimos capaces de entender. Y tal vez, aún ahora.

Brasil ha sido felicidad a rabiar. Desconectar sin tener que hacer esfuerzos. Olvidar por completo rutinas, miedos y fantasmas. No pensar más que en disfrutar de ese preciso momento, pero de verdad: Brasil ha sido libertad. Porque si una cerveza al sol con amigas puede ser la mejor de las terapias, un viaje de 16 días compartiendo 24 horas, debería de estar diagnosticado por prescripción médica.

De Hernani a Brasil

Habíamos hecho alguna que otra escapada, pero jamás un viaje tan largo y lejos juntas hasta entonces, y el plan surgió como surgen las mejores ideas: con un par de copas de más mientras arreglábamos el mundo. Ahí empezó todo, en la Sagardotegi.

No teníamos un destino claro, pero sabíamos que queríamos ver y descansar: un lugar en el que descubrir sitios nuevos pero que no supusiera una paliza diaria. Indonesia y Filipinas eran los países que más resonaban en nuestra cabeza, pero realmente, nos daba un poco igual siempre que ninguna hubiera estado antes y cumpliera esas condiciones.

A veces, creo que realmente, fue Brasil quien nos eligió a nosotras, convirtiéndose en una de las mejores decisiones que hemos podido tomar. Navegando por mi página web favorita, Skyscanner, y haciendo una búsqueda para los días que queríamos a cualquier lugar del mundo, allí nos encontró: 278€ ida y vuelta a Río de Janeiro (con seguro de cancelación incluido). No hizo falta ni debatir, supimos que Brasil nos estaba invitando a conocerlo y aceptamos al instante dicho convite. Es más, días antes y días después, el coste se triplicaba, por lo que, si las señales no existen, no sé entonces cómo hemos de llamar a lo que ocurrió.

Cómo lo planificamos

En Brasil caben, literalmente, 17 Españas por su extensión (FOTO), por lo que comprimirlo en dos semanas era una misión suicida. Lo único que tuvimos claro que íbamos a visitar desde el primer momento, era Iguazú, mientras que para todo lo demás, estábamos bastante abiertas. Personalmente, me hubiera gustado visitar Amazonas, pero terminamos descartándolo porque había que dedicarle mínimo 4-5 días y las combinaciones no eran demasiado buenas.

Finalmente, nos decantamos por el sudeste brasileño como veréis en el siguiente mapa (en rojo) y con unas ganas tremendas de volver y seguir descubriendo lo increíble que es este país. En azul, están marcados aquellos lugares que estuvieron en nuestra lista a la hora de planificar el viaje, a sabiendas de que aún así, nos dejábamos mucho: ¡pero la vida son elecciones!

Además de la ruta, a la hora de planificar el viaje, fuimos al Centro de Vacunación Internacional para preguntar qué vacunas teníamos que ponernos en función de la ruta que habíamos elegido: bien, obligatoria no hay ninguna y recomendables 5, y nosotras, optamos por ponernos las 5 (mejor no preguntéis por esto… :D).

  • Fiebre amarilla: nos la inyectaron allí directamente.
  • Cólera: nos la tomamos mediante solución soluble en dos veces siguiendo las pautas que nos dieron.
  • Fiebre tifoidea: la compramos en la farmacia y nos la inyectamos nosotras mismas (no penséis que estamos locas, dos de mis amigas son enfermeras).
  • Tétanos: nos la inyectaron en el centro de día de nuestro barrio.
  • Hepatitis  A: nos la inyectaron en el centro de día de nuestro barrio y hemos de ir dentro de 6 meses a por la segunda dosis.

Correcto, ahora me siento un poquito más inmune, ya que son para toda la vida, y un pelín más parecida al Sr. Burns en los Simpson. Lo hicimos todo en las tres semanas previas al viaje y, a una de nosotras, le dio bastante fiebre alguna de ellas, por lo que sí que os recomendaría que fuerais más precavidos/as y lo hicierais con algo más de antelación y espaciadas entre ellas. Además, en el Centro de Vacunación hay que coger cita bastante semanas antes de poder ir.

A la hora de comentar la planificación, tengo que mencionar la tarjeta de crédito REVOLUT de los viajeros que nosotras utilizamos como bote y que es muy cómoda: pagas con menor comisión que con otros bancos en el cambio de moneda, las transferencias son gratuitas y sacar dinero también(cierta cantidad). Tuvimos algo de problema con ella con las TPVs verdes ya que no la leían bien (no recuerdo el nombre), mientras que las CISCO eran las que mejor iban. En definitiva, algún que otro problema con TPVs, sobre todo en Salvador pero, por lo demás, una muy acertada decisión.

En cuanto a los transportes, UBER se convirtió en nuestro mejor aliado. Primero por las recomendaciones en cuanto a seguridad, pero finalmente y sobre todo, porque es tremendamente cómodo utilizar una aplicación como UBER.

Por último, en cuanto a la planificación, si me preguntan si Brasil es caro, obviamente, la respuesta es no: hay países más económicos, claro y creo que, por ejemplo, Perú es más barato. Pero los precios en Brasil nos parecieron muy asequibles: para que os hagáis una idea, cada comida o cena en restaurante, nos salía a una media de 6-7€ por cabeza, cuando en España sería el doble.

Y llegó noviembre dulce

Voy a tratar de ser la Marta práctica de otros post y daros la información necesaria sobre nuestra ruta por Brasil para que podáis coger ideas. Desconozco si fue la mejor de las opciones que pudimos escoger: habláramos con quien habláramos, todo el mundo le veía pegas, o te has dejado este sitio que es imprescindible, o son muchas cosas en poco tiempo… pero la ruta es la que es y, tras el viaje, las cuatro coincidimos en que esta ruta fue un 10. El plan perfecto a lo que nosotras andábamos buscando.

  • Día 1: DÍA DE VIAJE
    Salíamos desde Madrid, por lo que fuimos hasta allí en coche y lo dejamos aparcado en el parking de Aena, algo que recomiendo siempre: 58€ en total del 1 al 16 de noviembre.
  • Día 2: DÍA DE VIAJE – ESCALA EN SAO PAULO Y RÍO DE JANEIRO
    Cuando compramos el viaje y vimos que había 10 horas de escala en Sao Paulo nos pareció genial, porque así, podíamos ir a visitar la ciudad que no habíamos incluido en nuestra ruta. Sin embargo, a medida que empezamos a investigar, nos dimos cuenta de que es totalmente desaconsejable ir a Sao Paulo en «tan poco tiempo». Los traslados pueden llegar a tardar hasta 4 horas si no hay mucho tráfico, ya sea en taxi, bus, coche privado… por lo que, es demasiado viaje para tan poco tiempo en la ciudad si, en el mejor de los casos, no pierdes el siguiente vuelo.
    Lo que sí que recomiendo que nosotras no hicimos es preguntar a la compañía con la que haces el vuelo, antes de viajar, si puedes coger el vuelo anterior para reducir el tiempo de escala. En este caso, que fue con Air Europa y para estas cosas funcionan realmente bien, tal vez nos lo podrían haber gestionado.
    En cualquier caso, aunque hicimos una escala realmente larga y nos llegamos a sentir Tom Hanks en La Terminal, acabamos hasta pasándonoslo bien.

  • Día 3: RÍO DE JANEIRO | POST SOBRE RÍO DE JANEIRO |
    Para situarnos, el primer día hicimos un free tour por el centro histórico de Río de Janeiro en el que vimos las Escaleras de Selerón, la Catedral, la Biblioteca, el Museo del Mañana… y algún que otro punto más de interés que nos ayudaron a hacernos un mapa mental de la capital carioca y conocer un poquito de su historia.
    Personalmente, no soy muy amiga de los Free Tour, porque me gusta más ir a mi aire aunque eso me suponga perderme algunos puntos imprescindibles de la ciudad y descubrir otros rincones que no están en las guías. Sin embargo, sí que es cierto que nos ayudó a aprender y conocer una parte de Río que igual no hubiéramos visto por nuestra cuenta. Reservamos el Free Tour en castellano a través de Civitatis con la empresa Rio by foot, que si bien, fue interesante, creo que fue demasiado rápido y, por poco, nos faltó correr.
    Por la tarde disfrutamos y nos maravillamos de Copacabana, a la par que alucinamos con la dimensión de sus olas. Esta inmensa playa, que por cierto está bastante fresquita, es algo más familiar que su vecina Ipanema y también más económica, tanto en sus chiringuitos, como para compras (pareos, bikinis…)
    A media tarde, fuimos andando hasta Ipanema para disfrutar de uno de los atardeceres más bonitos que he podido ver, donde el mundo se para, para disfrutar de un espectáculo único, con música en directo y bebida fresquita. Un momento de esos, a los que llamaría mágico.

  • Día 4: RÍO DE JANEIRO
    Fuimos a descubrir su mayor emblema, el Cristo Redentor y, como adelanté en el post sobre Río, me pareció  que es más increíble donde está que el propio Cristo, al que no termino de entender por qué está entre las 7 Maravillas del Mundo.
    Para ir, se puede hacer en tren (la opción más cara y que hay que reservar con más antelación), vans pública, andando (hay que estar preparado y tener ganas) o en tour privado (la más económica para ir a verlo todo, se cogen en el mismo sitio que las vans) y, nosotras escogimos la segunda opción, para no estar pendientes de horarios.
    Las vans se pueden coger en la Plaza Lido y, aunque en diferentes blogs pone que hay que hacer una cola larguísima tanto para comprar los tickets como para subir… lo nuestro fue dicho y hecho. (Cuesta entre 3 y 5€ dependiendo del día de la semana que es con entradas al Corcovado incluidas).
    Tras terminar de ver el Cristo, negociamos con un guía que estaba allí, para que nos llevara en coche a nuestras dos siguientes paradas (que hubieran sido lo que estaban incluidas si hubiéramos escogido el tour privado desde Copacabana directamente). Fuimos al Mirante Dona Marta ( 😎 ) donde tienes unas vistas panorámicas de la ciudad impresionantes, al Parque Lague y al Jardín Botánico.
    Nos gustó tanto la puesta de sol del día anterior, que esta vez fuimos a Ipanema a la playa donde, con caipirinhas, vimos atardecer. Entre Copacabana e Ipanema, está el Fuerte de Copacabana que es otro muy buen sitio para ver atardecer.

  • Día 5: RÍO DE JANEIRO
    Visitamos el impresionante Pan de Azúcar, disfrutamos de la playa de Leblón y, por la tarde, vimos la puesta de sol en el lago Rodrigo de Freitas. Nos hubiera gustado salir de fiesta esta noche por Lapa y Santa Teresa, que son las zonas más bohemias, pero por un lado estábamos cansadas y, por otro, no quisimos arriesgarnos porque nos habían hablado de la inseguridad de estas zonas por la noche, así que fuimos a Ipanema donde había muy buen ambiente.

  • Día 6: RÍO DE JANEIRO Y VUELO A SALVADOR DE BAHÍA
    El vuelo era después de comer, por lo que tuvimos la oportunidad de visitar Santa Teresa y Lapa por el día, así como su famoso tranvía y las ruinas de la casa de Laurinda Santos Lobo (una crack de la época, conocida por reunir a intelectuales y artistas en las fiestas que montaba en casa). Especial mención a las empinadas cuestas para llegar donde nuestro uber tuvo serias dificultades..

  • Día 7: SALVADOR DE BAHÍA
    Únicamente teníamos un día entero en Salvador, pero la verdad es que creo que nos cundió bastante. Decidimos no coger free tour y ver por nuestra cuenta todo el centro y la zona antigua, que nos encantó. Es la tercera ciudad más poblada de todo Brasil, pero no lo parece cuando visitas «lo que hay que ver» en el Centro Histórico que es Patrimonio de la Humanidad. Resulta, que el 70% de la ciudad, vive en favelas… donde no es aconsejable ir por tu cuenta, y teniendo en cuenta que el resto de atracciones que visitar, están a las afueras y no nos daba tiempo, podemos decir que «en una mañana nos vimos Salvador de Bahía».
    Obviamente, nos faltó mucho por ver, está claro… pero lo que vimos nos encantó, y nos dio tiempo a ir por la tarde a la playa y, por la noche, el atardecer es un must detrás del faro. Además, un grupo de música ameniza la velada con música brasileira mientras la gente canta y, la verdad, es que es un auténtico espectáculo. Recuerdo este momento del viaje como uno de los más bonitos: viendo atardecer, escuchando música en directo, viendo a tanta gente sonreír y cantar… un momento en el que parece que los relojes no existen, pero sí el tiempo.
    Tengo que hacer otra mención especial, y es que, por pura casualidad, el cantante Leo Santana, que debe de ser el David Bisbal de Brasil, grabó un vídeo con sus bailarines en la playa y fue un auténtico espectáculo. Por supuesto, esta se convirtió en nuestra canción del viaje y la coreografía de todos nuestros sábados:

  • Día 8: SALVADOR DE BAHÍA – RÍO DE JANEIRO – CONCEIÇAO DE JACAREI – ILHA GRANDE
    Para ir a Ilha Grande, que era nuestro destino final, hay varias combinaciones, pero os contaré la que hicimos nosotras. Volamos hasta Río de Janeiro y ahí, en el mismo aeropuerto, nos esperaba una VAN con la que habíamos acordado la recogida que venía de parte de nuestro hotel en Ilha Grande y recogía varios viajeros. Este viaje duró unas 3 horas y, en Conceiçao cogimos una barquita a motor (parecida a las que utilizan los traficantes en el estrecho) hasta que llegamos a Vilha do Abraao en Ilha Grande.

  • Día 9: ILHA GRANDE
    Fuimos a la Playa Lopes Mendes, la que está considerada como una de las mejores playas del mundo. Tuvimos la mala suerte de que no hizo el tiempo espectacular que parece que hace siempre en las postales y fotos de Internet, pero aún así, nos pareció maravillosa y, seamos realistas: para tener esos paisajes con semejante naturaleza y verdor, tiene que llover. Es ley de vida.
    Para llegar hasta allí, cogimos un barco que va varias veces por el día y después, hicimos una caminata de unos 20 minutos atravesando la selva. Existe una alternativa de una hora en plano, pero en este viaje nos quisimos sentir aventureras.
    Por la noche, salimos de fiesta en la única discoteca (Aquario) que hay en Vilha do Abraao y la verdad es que lo pasamos en grande, coincidiendo con gente de todos los rincones del mundo.

  • Día 10: ILHA GRANDE
    Hicimos una excursión a la que llamaban, Islas Maravillosas, en la que pasamos todo el día visitando varias islas y zonas para hacer snorkel de alrededor de Ilha Grande. Aguas cristalinas, playas vírgenes, muchísima naturaleza, arena blanca y fina… un auténtico paraíso del que no querría volver. De hecho, creo que Playa Dentista, fue tal vez, una de las playas más bonitas en las que yo haya estado nunca.
    Por lo demás, Vilha do Abraao nos encantó: es un pequeño pueblito que, por estar, no está ni asfaltado, donde en un par de calles, conviven quien huye por unos días de su estrés diario con aquellos que decidieron dejarlo todo e irse a vivir al paraíso (y vender tours). Parecía aquel típico lugar que te imaginas cuando piensas precisamente en eso, en decir adiós a tu rutina y vivir en la más absoluta tranquilidad del paraíso…

  • Día 11: ILHA GRANDE – ANGRA DOS REIS – PARATY
    Cogimos otra «lancha de traficantes del Estrecho» en el puerto de Vilha do Abraao y llegamos a Angras dos Reis, donde tomamos un bus urbano que en unas tres horas, nos llevó a Paraty. Aquí, nos ocurrió lo que en Salvador de Bahía: teníamos poco más de un día para verlo entero, y nos dio tiempo de sobra.
    El centro de la ciudad, que realmente no es un pueblito aunque lo parece, conserva el estilo colonial de antaño y la verdad es que es especialmente bonito. Hay quien la llama la Venecia Brasileña (¿cuántas Venecias hay en el mundo?), pero lo cierto, es que está construida a 5 metros sobre el nivel del mar y, con las mareas, muchas veces aparece «bañada». No dejéis de visitar el Fuerte del Defensor Perpetuo desde donde hay unas vistas increíbles y un cartel bastante curioso: ¡cuidado con las ostras! (deben de ser muy resbaladizas…)
    Por la tarde-noche, nos topamos por casualidad con un bar que parecía el Brasil puro, con su samba lenta incluida y música en directo, ¡una auténtica maravilla! Por cierto, en todos los bares en los que hay música en directo, verás en la nota que te cobran un extra en concepto de música 😉

  • DÍA 12: PARATY – RÍO DE JANEIRO – FOZ DE IGUAZÚ
    Al día siguiente, disfrutamos de Paraty por la mañana y, por la tarde, cogimos un bus que, tras cinco horas nos llevó a Río de Janeiro, donde tomamos un vuelo hasta Foz de Iguazú.
  • Día 13: IGUAZÚ | POST SOBRE LAS CATARATAS DE IGUAZÚ |
    Como he escrito un post completo con todo el detalle sobre las Cataratas de Iguazú, no me extenderé demasiado. Este día, lo vimos desde el lado brasileño y nos reafirmamos en que es una parada más que obligatoria en un viaje a esta zona del Planeta.

  • Día 14: IGUAZÚ
    Lo mismo que el día 13 pero, en lugar de ir al lado brasileño, fuimos al lado argentino. Menuda maravilla de la naturaleza…
  • DÍA 15 y 16: IGUAZÚ – SAO PAULO – MADRID – BILBAO
    El vuelo de vuelta, lo compramos igual que el de ida, desde Río de Janeiro con escala en Sao Paulo. Sin embargo, tras planificar la ruta, nos dimos cuenta de que nos venía mejor salir desde Sao Paulo, así que hablamos con Air Europa y sin ponernos el menor inconveniente, nos hicieron el cambio de origen: ¡chapeau!
    El viaje fue largo, y con la pena de quien termina las vacaciones, pero lo realmente chocante, fue aterrizar en Madrid a 2 grados a las 4,30 de la mañana…

Nuestras bases de operaciones

Os voy a enumerar los alojamientos en los que nos quedamos, porque creo que, en ciudades tan grandes, tener una buena base de operaciones, es fundamental y, en este caso, creo que todos estuvieron bastante bien.  Fueron siempre habitaciones de 4 personas y cómo no, ¡siempre con desayuno incluido!

  • Río de Janeiro: 4 noches en Apa Hotel en Copacabana, a dos manzanas de la playa.
  • Salvador de Bahía: 2 noches en Pousada o’ninho en Barra, a una manzana de la playa. Es el más flojito de los que estuvimos, pero muy bien ubicado.
  • Ilha Grande: 3 noches en Posada Guapuruvu, un precioso duplex en medio de la selva.
  • Paraty: 1 noche en Pousada de Tesouro, siguiendo el estilo colonial de la ciudad y con piscina.
  • Foz de Iguazú: 3 noches en Del Rey Quality Hotel el mejor de todos para terminar, y con piscina en la azotea.

Un viaje que fue más que un viaje

Creo que pocas veces, he visto tan claro cómo una bandera representara lo que es un país: el verde de su basta naturaleza, el azul de su mar y el amarillo, de su sol y la alegría de su gente. Porque he estado en países donde la gente me ha parecido maravillosa, pero en Brasil esta virtud ha ido un escalón por encima. Toda la gente con la que hemos hablado, ha sido de lo más agradable, siempre con una sonrisa en al boca y dispuesta a ayudar, pero sin saturar.

¿Que si recomiendo Brasil? Hasta la fecha, nunca había estado entre mis planes… o al menos, de forma firme. Sin embargo, fue una maravillosa sorpresa a la que iría mañana mismo de nuevo. Cumplía todo lo que pedíamos cuando lo organizamos, e incluso la cultura latina de su gente, le dio un valor añadido que no habríamos encontrado en Filipinas. La gente piensa que Brasil es inseguro y hay zonas donde lo puede llegar a ser, si no tomas las precauciones adecuadas, pero yo llegué a sentirme como en casa y en pocos lugares he tenido esa sensación.

Brasil es una maravilla de la naturaleza que nadie debería de perderse y, tras visitar Perú también este año, me doy cuenta de la enorme diversidad que hay en Latinoamérica y cómo la naturaleza, es la protagonista. Sigo queriendo recorrer el mundo entero, pero Latinoamérica cada vez llama más mi atención y me enamora por momentos.

Aunque la verdad, que Brasil fuera la leche, fue un extra a un viaje que, de haber sido en la Antártida, hubiera sido igual de mágico. Porque hay veces, que no importa dónde sino con quién. Porque es igual cuándo sino quien te acompañe. Porque es indiferente el porqué, si a tu lado hay gente que le da sentido.

Yo creo que Brasil en el fondo ha cambiado algo en mí, pero supongo que ha sido porque ellas, le han dado sentido. Gracias por un viaje que llevo para siempre tatuado en la piel, porque en el fondo, Brasil en general y el verano en particular, siempre fueron un estado de ánimo. Una cuestión de actitud si es con vosotras 🙂

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