Una oferta de ryanair de última hora fue un motivo más que suficiente para que aquel 2015 lo comenzara visitando Dublín. Irlanda, hasta la fecha, siempre había sido una tarea pendiente puesto que, cuando reunía un fin de semana un poco largo pensaba: no es suficiente. Si voy a Irlanda, no me quiero conformar sólo con ver su capital.
Me ocurre de forma similar con Marruecos (me muero de ganas de ir) o Noruega (donde se confirmó mi teoría): prácticamente, todos los destinos del mundo, merecen ser conocidos en profundidad para poder degustarlos realmente. Sin embrago, hay algunos en particular en los que visitar únicamente su ciudad principal, puede incluso llegar a dejarnos un mal sabor de boca (ya os contaré mi sabor amargo de Oslo). No obstante, el destino a veces hace de las suyas y elige por ti: y ahí fui, 4 días en enero a conocer la Isla Esmeralda por un precio irrisorio.
Unos detalles a tener en cuenta
Siendo honestos, Dublín es una ciudad pequeña que se ve relativamente pronto; de esas en las que te permites disfrutar de una cerveza en un pub sin límite de hora y acercarte a pueblos cercanos para seguir impregnándote de su esencia. Antes de empezar a enumerar las visitas indispensables, os voy a contar unos detalles que me hubiera gustado tener en cuenta.
En primer lugar: recordad que estamos en Irlanda y que los enchufes son diferentes, aunque se puede comprar un adaptador en cualquier tienda. Segundo, en el aeropuerto hay planchas del pelo gratis y accesibles para todos 🙂 (puede que no aporte a vuestro viaje, pero para mí fue una grata sorpresa). Por añadir otro detalle a tener en cuenta: sí, Primark es irlandés pero allí, aunque es exáctamente igual, se llama Penneys. Y en último lugar y muy importante, en los autobuses no te dan cambio. Es decir, o llevas el importe exacto u olvídate de tu cambio. Te dan un recibo canjeable que rara vez acabas canjeando…
En cuanto a nuestra base de operaciones, optamos por un pequeño apartamento de Airbnb situado en un edificio muy típico y, relativamente, cerca del centro en el que pagamos 109€ en total por tres noches. Para una sola persona o para una pareja, lo recomiendo sin dudas.
Qué visitar en Dublín
Para empezar, el trayecto del aeropuerto al centro de la ciudad lo podemos hacer en autobús que tarda unos 25 minutos en llegar: Aircoach (7€ por trayecto o 12€ ida y vuelta) o Airlink 747 (6€ trayecto o 10€ ida y vuelta). En nuestro caso, fuimos andando desde O’Connell Street y fueron unos 10 minutos.
- Trinity College: se trata de una de las Universidades más antiguas del mundo y símbolo de Dublín. Impone, sobre todo, su biblioteca antigua (y la cola que se forma para entrar) que tiene un coste de entrada de entre 10 y 13€ y que alberga más de cuatro millones de libros, además de mapas y partituras.
- Castillo de Dublín: otro emblema de la historia de la ciudad y, aunque puede no parecer un castillo, su construcción data del siglo XII. La entrada cuesta 7€ pero, aunque decidamos no entrar, merece la pena visitarlo por fuera y descubrir sus jardines.
- O’Connoll Street y Grafton Street: son las calles comerciales por excelencia. Encontraremos artistas callejeros, pubs de moda, cafés con encanto… De hecho, en la primera, encontraremos también un gran obelisco de metal que, con sus imponentes 121 metros de altura, es una de las estatuas más altas del mundo: el monumento de la luz (por la noche, su punta se ilumina siendo una señal en el cielo dublinés).
- Catedral Christ Church, Catedral de San Patricio e Iglesia San Michan: los tres centros eclesiásticos de referencia en la capital de Irlanda. La primera, también conocida como Catedral de la Santísima Trinidad, es el edificio más antiguo de Dublín y cuenta nada más y nada menos que con 19 campanas (6,5€). La segunda, es la Iglesia más grande del país y, se cuenta que está construida junto al pozo en el que el santo bautizaba a los paganos para convertirles al cristianismo (6€). Por último, la Iglesia San Michan es una modesta y pequeña Iglesia que, si por algo destaca, es por su misterio: a lo largo de los túneles de su cripta hay momias que llevan hasta 400 años enterradas allí (gratis).
- Parque Merrion Square y estatua de Oscar Wilde: Irlanda emana literatura por sus cuatro puntos cardinales y, Oscar Wilde es, probablemente, su mayor emblema. La escultura está recostada y su mirada enfoca la casa que supuestamente, le vio nacer.
- Saint Stephen’s Green: es uno de los más antiguos y animados parques de la capital irlandesa. Tiene estilo victoriano y no le falta el estanque con patos que da ese encanto a los grandes parques de ciudad. Algo más alejado del centro está Phoenix Park, el parque urbano más grande de toda Europa. Fue creado como reserva de ciervos por lo que no es difícil pasear junto a estos pequeños amiguitos.
- Cárcel de Kilmainham: a día de hoy es un museo pero por sus celdas, han pasado muchos de los luchadores por la independencia del país a lo largo de más de 100 años. Una visita algo tétrica pero que representa un símbolo para los dublineses (9€) por haber sido el último destino de valientes co-patriotas.
- Temple Bar: el barrio de pubs entre Dame Street y el río Liffey. Es uno de los barrios más atractivos y con más vida de Dublín. Pasear por allí y entrar a un bar con música celta en directo y tomarse una Guiness es, me atrevería a decir, algo indispensable en la ciudad.
- Guinness Storehouse: si hay un símbolo actual de Irlanda, además de San Patricio, es Guinness. Por ello, si sobra tiempo en tu viaje a Dublín, puedes aprovechar a visitar la casa de la auténtica cerveza irlandesa por 20€. Ojo, como curiosidad: el arpa, símbolo de Irlanda, es una marca registrada de la fábrica cervecera por lo que el país tuvo que utilizarla de forma invertida para que fuera legal.
- Google, Facebook, el Puente de Samuel Beckett…: de sobra es conocido que Irlanda es el destino de muchas empresas por sus ventajas fiscales. Por ello, para curiosos digitales como yo, ir a visitar algunas de estas sedes es algo bastante atractivo. Os dejo su ubicación en el mapa 🙂
- Molly Malone: terminamos los «must see» con otro de los símbolos de la ciudad que encontraremos en Grafton. Se trata de la protagonista de una canción popular que viene a ser casi un himno no oficial de la ciudad.
Una excursión en busca de la auténtica Irlanda
Veréis el mapa con muchos puntos señalados pero creo que Dublín es una de esas ciudades que se ve en poco tiempo (a no ser que quieras entrar en todos los museos, iglesias…). En nuestro caso, queríamos saber un poco más de aquella Irlanda que os contaba al principio: la de los increíbles paisajes, escenarios de película y duendes mágicos. Por ello, allí mismo, buscamos información a través del móvil y contratamos, de un día para otro, una excursión con GetYourGuide por Kilkenny y monte Wicklow por 25€.
Quedamos sobre las 9:15 en Molly Malone para coger el bus en el que viajaríamos durante todo el día con el grupo. A lo largo del día, visitamos el Monasterio de Glendalough y su cementerio medieval y seguimos a través del Hollywood irlandés pasando por los lugares que fueron escenario de películas como Braveheart y Posdata: te quiero en Wicklow. Estos lugares se correspondían mucho más al ideal que teníamos de Irlanda: inmensos espacios donde los colores de la naturaleza daban rienda suelta a la imaginación. Terminamos el día en Kilkenny, un precioso pueblo medieval con un auténtico castillo de la época que nos trasladó a tiempos pasados.
Hubiera preferido alquilar un coche y recorrer Irlanda a mis anchas pero, definitivamente, fue una buena opción para descubrir en un día enclaves únicos de este país que, si bien, Dublín me pareció interesante para un fin de semana, creo que tiene mucho más por mostrar a lo ancho y largo de toda su extensión. Tal vez, querida Irlanda, tenga una cita pendiente contigo.
Si te pasa algo en la otra parte del mundo, ¡al menos que tengas la seguridad de que todo va a salir bien!
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Periodista especializada en Marketing Digital y Big Data y nómada empedernida por naturaleza: YSIFLY es el lugar en el que hablo sobre mis ganas de no quedarme con las ganas de nada