Escapada rural en Salamanca: poco se habla de lo afortunado que eres…

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¿Qué es ser afortunado? Que te toque la lotería es puro azar. Haber nacido en alta cuna, puede que hasta cuestión de suerte. Pero, aunque se llora mejor en el ala oeste de una mansión, la fortuna no hay dinero suficiente que la pueda pagar.

Porque fortuna es mirar a tu derecha e izquierda y tener a alguien que te sonría y se alegre de verdad por todo lo bonito que te pase. Es no tener que hablar para que te comprendan o que no te pidan explicaciones ni juzguen pero cojan una pala para «enterrar contigo el cadáver». Es saber que te equivocas y acompañarte en tu enmienda, o darte consejos a sabiendas de que, aun siendo lo mejor para ti, harás siempre lo contrario. Es aguantar tus manías y hasta tenerles cariño.

Fortuna es que en un día especial para ti, dejen todo lo que estén haciendo y hagan los kilómetros que sean necesarios para disfrutarlo contigo. Porque te quieren, y ese es suficiente motivo para dejarlo todo e ir corriendo. Honestamente, creo que no hay mayor fortuna que esa.

Y este fin de semana, era un día especial para una de esas personas afortunadas. A priori, un cumpleaños más, los 35, un día que para cualquier otra persona, se quedaría en un brindis. Sin embargo, todos los que fuimos allí, sabíamos que no era sólo un cumpleaños más y por eso, lo dejamos todo y fuimos.

Porque él, es de ese tipo de personas que, si hubiera más en el mundo, viviríamos en un lugar mejor. Porque estos 35 eran y son un punto de inflexión, un antes y un después para una persona muy afortunada que pudo reunir bajo un mismo techo, a toda la gente que quiere.

Cuando surgió el plan, yo pensé en Gran Hermano

Él nos dijo que no habría nada que le hiciera más feliz por su cumpleaños, que tenernos a todos cerca. Por un momento, pensé, no puede salir bien: son muchos los años que Mercedes Milá había visto cómo 16 desconocidos se tiraban los trastos a la cabeza en una convivencia y, en este caso, la cifra ascendía a 26. Pero ese microsegundo fue efímero y pronto me di cuenta que, si él los había elegido como amigos, entonces nada podía salir mal.

Mi querida Salamanca había sido el lugar que nos había cruzado casi a todos los que nos reunimos, así que el punto de encuentro no podía ser otro que en tierras charras. La casa que se iba a transformar en Guadalix de la Sierra por un finde semana era la Casa Estonia.

Nuestro Guadalix de la Sierra

A tan sólo 5 minutos en coche de Salamanca, se encuentra el Complejo Pedrosillo: se trata de una finca en medio de la nada que acoge la Casa Estonia, la Casa Grande (de estilo colonial blanca y muy bonita) y la Casa La Palmerita (del mismo estilo que Estonia, pero más pequeña). Además, tiene una piscina común para los inquilinos de las casas, un campo de fútbol y muchísimo jardín donde poder dar rienda suelta a la imaginación.

Complejo

Además, hay una carpa donde intuyo que en algún momento de la historia se hicieron unas bodas preciosas. Hablo de la historia porque nos colamos bajo la carpa y todo parecía bastante descuidado y en desuso, pero con una mano de chapa y pintura, allí se podría incluso soñar.

La Casa Estonia era un chalet completo de madera al que no le faltaba detalle. Por lo que veo en su web, está importada directamente de Estonia guardando todas sus características originales, lo que le convierte en un lugar único en la península.

Detalles a parte, es una monada. Nosotros éramos 26 y cupimos a la perfección en las 5-6 habitaciones que había, todas ellas con literas y camas de matrimonio. Lo que se quedó corto, a mi juicio, fueron los únicos 2 baños para una casa tan grande y el agua caliente, que el primer día escaseó. Por lo demás, la casa es un 10 de inicio a fin.

Cómo mantenernos entretenidos

El cumpleañero tiene la cualidad de ser el anfitrión perfecto, por lo que se pasó semanas preparando cada detalle de este fin de semana: ¡amenities en los baños incluidos! Y una, que tiene dentro una wedding planner por aflorar, no se pudo resistir a ayudar en esta «auto-boda» en toda la logística.

Bajo la clara filosofía de que la edad, como el verano, es una cuestión de actitud, nos decidimos porque esta fuera la temática que englobara nuestra estancia y, por ello, al llegar el viernes, decoramos toda la casa con palmeras, piñas y flamingos. Un verano en pleno febrero. No es por tirarnos flores, pero la verdad es que podríamos perfectamente: quedó de revista 🙂

Por si la magia no surgía, teníamos preparado un plan B, un plan C y así, con todas las letras del abecedario en forma de juegos, rutas de senderismo y diferentes alternativas. Sin embargo, fue el plan A el que triunfó en todo momento: el plan de la improvisación y de dejar que todo fluyera de forma natural. Porque aunque éramos aparentes desconocidos, todo fluyó como en una coreografía… y vaya que si fluyó.

Hubo tiempo para hablar, para reír, para bailar sevillanas y jugar a campo quemado. Hubo confidencias, mojitos, furor y, «poco se habla» de la comida. El cumpleañero, como os digo, es un anfitrión nato y no quería que nos faltara de nada (ni que pasáramos hambre o se nos ocurriera por momentos estar más de 15 minutos sin comer o beber). Especial mención a las migas extremeñas que se marcó su madre para disfrute de todos los allí presentes, ¡estaban deliciosas!

#MeGUStanmis35

De este fin de semana, me llevo recuerdos muy buenos, la oportunidad de conocer a la gente que forma parte de tu felicidad y entender por qué les has elegido a ellos, y no a otros, para ese privilegiado grupo de personas que tienes por squad. Pero sobre todo, me llevo la inmensa alegría de haberte visto tan feliz y confirmo con ello que, aunque la vida a veces puede ser muy perra… el karma tiene su huequito guardado para la eternidad. Porque a las personas buenas, le pasan cosas buenas y tú, sin duda, eres un gran afortunado que se merece todo lo bonito que le pase.

Y por qué no, yo también lo soy por tenerte en mi vida. Porque aquel 8 de enero de 2018 conocí a un amigo que sé que voy a querer conservar para siempre. Nos vemos en tus 36, y qué fortuna la mía por ello. 

 

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