Tener un festivo es sinónimo de hacer planes. Y más, si es en verano cuando el propio calendario te anima a exprimir cada día. Y más, si tienes la suerte de vivir en Bilbao, donde sus alrededores siempre tienen algún secreto nuevo por descubrirte. En este caso, ha sido San Ignacio de Loyola, como patrón de Bizkaia, quien nos ha regalado el bien más preciado que puede haber: nos ha dado tiempo, y la oportunidad de disfrutar de un enclave único, el Salto del Nervión.
A sus 222 metros de altura, el Salto de Nervión es el salto de agua más alto de la Península Ibérica (o al menos, cuando hay agua, que hoy no ha sido el caso). Cuentan que, para poder verlo en todo su esplendor, lo idóneo es ir en época de deshielo y, me adelanto a responder que, si ha llovido los días anteriores, «no vale».
- Tiempo | 3,5 horas con calma
- Distancia | 12 kilómetros
- Dificultad | Baja
- Altura | 222 metros
Hoy hemos ido de ruta al Salto del Nervión y por haber, no había ni una charca cerca pese a las lluvias que hemos tenido durante el mes de julio, pero aún así, creo que es una visita que merece la pena pese a ello: el paisaje es increíble, la ruta no está mal y la experiencia, nos invita a repetir cuantas veces podamos.
En total, hemos tardado en hacer la ruta completa unas 3 horas y media, pero como siempre digo, con toda la calma del mundo y parando para hacer fotos, disfrutar de las vistas y saborear el hamaiketako sin prisas. El recorrido completo han sido unos 12 kilómetros según nos indicaba el marcador del móvil, pero hay que tener en cuenta que es una ruta circular y que, según qué camino escojas, tardarás más o menos. Os cuento:
¿Cómo llegamos hasta allí?
En nuestro caso, salimos de Bilbao en dirección a Amurrio y, en la frontera entre Araba y Burgos, muy cerquita de Orduña por la BU-556, nos encontramos el primero de los parkings en los que podemos dejar el coche para comenzar la ruta.
Aviso a navegantes, vimos hasta 3 parkings:
- El primer parking, que es en el que nosotros paramos para poder hacer la ruta más completa, está justo al lado de la carretera, en la entrada del Monte Santiago.
- El segundo parking, el de los Cipreses, está a unos 2,5 kilómetros del primero.
- El tercero, está justo «al comienzo de la ruta» en la Fuente Santiago, a 2 km del segundo. Por lo que he podido leer, es el más demandado y, el que recomiendo en caso de ir con niños o personas con más incapacidades… de lo contrario, hemos venido a andar y a hacer una ruta de senderismo, así que escojamos el primero y disfrutemos de la naturaleza 😉
¿Cómo es la camino?
Desde el primer parking al tercero, se trata de un camino casi asfaltado, de poca pendiente y rodeado de merenderos, caballos y ruinas de monasterios, en el que de vez en cuando te adelanta algún coche que se quiere ahorrar esta caminata. Caminaremos por aquí unos 4km hasta llegar al Centro de Interpretación, en el tercer parking.
Llegados a este punto, tendremos que escoger entre el camino de la derecha o el de la izquierda. Se trata de una ruta circular con el Salto del Nervión a medio camino que en nuestro caso, lo hicimos completo así que os lo detallo a continuación. No obstante, sí que me gustaría dejar claro que los dos caminos no tienen nada que ver:
- El camino de la derecha hasta llegar al Salto, se trata de un camino prácticamente asfaltado como el que veníamos haciendo hasta ahora desde el parking. Muy fácil y perfecto incluso para llevar carritos de niños por lo que, si es el caso, recomiendo hacer ida y vuelta por este.
- El camino de la izquierda hasta llegar al Salto: para nosotros, este fue el de la vuelta (es decir, desde el Salto hasta el inicio por aquí). Vas atravesando por el bosque y caminas junto a los acantilados que te dejan a su paso unas vistas espectaculares: estás mucho más en contacto con la naturaleza, pero obviamente, tienes que ir mejor preparado ya que el camino es más inestable. No es complicado, ni mucho menos, pero no tiene nada que ver con el otro.
Además de esta ruta, cabe la posibilidad de hacer hasta 12 rutas en la zona, tal y como nos indican los diferentes carteles que señalizan todo el camino.
Empecemos la ruta
Como decía, escogimos el camino de la derecha para empezar nuestra ruta circular. Nada más ponernos a andar, nos encontramos con la primera lobera de las cuatro que hay en el Monte Santiago. Aquí es donde antiguamente se batían a los lobos: los pastores, hartos de ver cómo estos animales atacaban sus rebaños, idearon un sistema de sonidos por el que atraían a los lobos a la zona y, les dirigían hasta caer en unos pozos de 2 metros de altura desde donde ya no podían salir.
Para recordarnos esto, nos encontraremos con tres esculturas que avisan a los lobos de lo que les puede ocurrir: dos pastores corriendo tras un lobo.
Seguimos por el camino en línea recta y sin percatarnos todavía de lo que está por venir. Y, de repente, comenzamos a ver a nuestra derecha cierta altura, como antesala de un auténtico espectáculo que nos espera al final del camino.
Y allí, al fondo, un mirador donde los más valientes se asoman y, otros, disimulan su vértigo sacando fotos en perspectiva. Nos acercamos y vemos cómo, en la parte más extrema del mirador, la temperatura baja 10 grados y el viento te hace sujetar el móvil con especial fuerza: ante ti, un lugar increíble que te pregunta, ¿cómo has podido vivir tan cerca sin venir a conocerme antes?
A la derecha, en teoría, está el famoso Salto del Nervión, algo que sabes porque se intuye y porque todos los que están allí, lo nombran y fotografían. Digo en teoría, porque como empezaba este post, no he visto ni una charca. Aún así, aunque es difícil de describir, creo que puedes imaginar cómo de espectacular tiene que ser y, sin quererlo, te invaden unas ganas locas de volver en el deshielo para verlo en todo su esplendor.
Sin embargo, insisto, no creo que la cascada le quite mérito a las vistas que tiene este lugar y recomiendo, aún así, ir a descubrirlo. Además, puedes disfrutar del gran número de buitres leonados que merodean por la zona desplegando elegancia.
Toca volver
Como en toda buena ruta que se precie, el hamaiketako lo tomamos al llegar al destino, disfrutando el paisaje mientras saboreamos el aperitivo. Allí, sentados al borde del precipicio y, ante el regalo que la naturaleza nos ha dado, comienza a subir una niebla a una velocidad increíble que, sin darnos cuenta, nos «ha abducido».
Me explico: de repente, todo se ha vuelto blanco y éramos incapaces de ver el precipicio, con el peligro que ello conlleva. El efecto óptico de ver cómo la niebla iba impregnándolo todo tan rápido, ha sido realmente curioso, pero la verdad es que podía tener su riesgo si te acercabas demasiado al borde sin tener la precaución necesaria. Hay cartelitos pequeños, pero no vallas.
Para la vuelta, decidimos escoger el camino contrario y seguir la ruta circular. Este paseo, se hace por medio del bosque, entre las piedras y, acompañados en todo momento, de unas vistas espectaculares a tu derecha que te recuerdan lo bonita que puede llegar a ser la vida.
Durante nuestro camino, nos encontramos otro mirador desde el que, no se ve el Salto del Nervión pero intuyo, las vistas son tan increíbles como en el anterior. Digo intuyo y, me encantaría decirlo con conocimiento de causa, pero la niebla era tal, que podía estar perfectamente ante un descampado.
Una ruta no es una ruta, sin la comida de después
Si hay algo mendizale de verdad, es acabar la ruta de senderismo comiendo una alubiada en un sitio tradicional y de comida casera. Para ello, nosotros escogimos el restaurante Okeluri. Era ya tarde así que decidimos llamar por teléfono para reservar y asegurarnos así que podíamos llegar: nos atendieron a las 16:30 de menú.
Okeluri es uno de esos restaurantes que sólo vas si te lo han recomendado y sabes el camino, no te lo encuentras por casualidad. Está a las afueras de Amurrio en medio de la nada y con vacas, patos y gallinas como vecinos. La antesala, ya nos dice que el sitio nos va a gustar.
Y efectivamente, hemos podido disfrutar de un menú por 11,50€ con unas cantidades «made in Euskadi», con todo delicioso y con un personal de lo más agradable. De verdad: tenéis que ir a Okeluri, no cobro comisión por ello, pero es que me ha encantado.
Para ir acabando, por si no ha quedado lo suficientemente claro, lo diré una vez más: id al Salto de Nervión y disfrutad de esta maravilla de la naturaleza, en deshielo o en verano, con agua o sin ella. Pero id porque merece la pena. E id a todos aquellos sitios donde os pique la curiosidad, donde os hayan recomendado o donde creáis que puede ser un bonito lugar en el que perder el tiempo; porque el mundo está lleno de lugares increíbles y la vida es demasiado corta como para verlos todos 😉
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Periodista especializada en Marketing Digital y Big Data y nómada empedernida por naturaleza: YSIFLY es el lugar en el que hablo sobre mis ganas de no quedarme con las ganas de nada