Igual es algo aventurado lo que voy a decir, pero creo que, prácticamente todas las provincias de este país tienen, al menos, un buen festival en verano. De hecho, muchos de ellos comparten cartel cambiándole los colores y el logo. Sin embargo, a Salamanca le faltaba el suyo, y Culturalia llegó para llenar ese vacío.
Hace unos meses, como férrima fan de Izal que soy, me enteré de que el grupo iba a dar un concierto en la ciudad en la que vivía. Ojo, y no sólo era un concierto: se trataba del anuncio de un nuevo festival, al que todavía faltaban muchos grupos por completar ese cartel que, de primeras, tenía muy buena pinta. Con este pretexto y, a sabiendas de que ya no viviría en Salamanca cuando Culturalia tuviera lugar pero, con fe ciega en que si Izal era cabeza de cartel, el festival no podía otra cosa que estar a la altura, me apresuré a comprar las entradas el mismo día que salieron.
La fecha en la que comenzaría la venta de entradas se fue anunciando los días previos, hasta que aquel 31 de mayo, compramos la entrada por 32€. Por aquel entonces, Izal era la única confirmación, pero nos daba igual: el cartel ya se iría completando y, si no, es un precio habitual por un concierto de la banda.
Para ser honestos, la página web no era lo más usable con lo que nos hemos encontrado y, de hecho, apuntaba maneras: en la reserva hablaba de ciudad de salida, viaje, no se mencionaba el nombre del festival y sólo el de la agencia que lo comercializaba, Versity. Pero daba igual, ya teníamos la entrada para hablar de autoterapia, magia y efectos especiales.
Los días pasaban y la siguiente confirmación no hizo sino alegrarnos más de haber comprado la entrada: Sidonie. ¡Guau! Un grupo que, con 20 años sobre los escenarios, copan buena parte de mis playlist y tienen algunas de mis canciones preferidas. Aquello no podía ir mejor.
Durante los meses que siguieron al gran bombazo de lanzamiento, la cosa digamos que, en cierta forma fue decayendo. Sin desmerecer a las siguientes confirmaciones, supongo que después de Izal y Sidonie, me hubiera gustado escuchar que venía Lori Meyers o La M.O.D.A. Pasaron unos meses sin ninguna confirmación y con algún que otro concurso en redes sociales para regalar entradas de dudosa objetividad, y en cierta forma, el hype se desinfló. ¡Y anunciaron que Grises también vendría a Culturalia! Para ser sincera, les he escuchado muy poco y, mi primera toma de contacto con ellos, fue en un concierto en la calle durante el BBK Live en Bilbao, pero me gustaron mucho. Desde entonces, sus «animales» forman parte de mi banda sonora en la carretera.
A estos tres grupos, los completarían La Milker Band (¡ojito con estos!), La Clave y Oscar Mina DJ (que incluso repitió).
Y llegó el gran día.
Y todavía no nos habían llegado las entradas. Teníamos una reserva, pero practicamente todos tuvimos que pedir a Versity que nos enviara la entrada, ya que el enlace que venía en la reserva estaba roto. A unos por email, a otros por Facebook y a otros por teléfono, pero nos atendieron y solucionaron pronto el problema. Página web deficiente, atención al cliente eficiente.
Conocimos los horarios con unos días de antelación, y cuando los vi tuve sentimientos encontrados. Por un lado, me alegré de que Izal fuera a las 22:00 y Sidonie a las 00:00: esto significaba que podíamos ver directamente los grupos que más nos gustaban y, hasta entonces, poder tomar algo sin pagar precio festival; aunque nos preocupaba que entrar tarde supusiera estar al final y no ver bien. En cualquier caso, sería un riesgo que estábamos dispuestos a asumir.
Por otro, me daba pena y rabia perderme los otros grupos que seguro hubieran sido un gran descubrimiento y que nos hubieran hecho pasar un buen rato. Les he escuchado en Spotify claro, pero no es lo mismo. Además, también me daba la sensación de que me iba a perder la mitad del festival, como quien dice.
No tengo claro cuál hubiera sido la mejor opción; sé que si los amigos con los que fui responden a esta pregunta, dirán que el horario no pudo ser mejor.
El festival era en el Multiusos, había transporte gratuito para llegar hasta allí y, además, muchísimo sitio para aparcar, lo que fue un punto positivo para la organización. Además, no tuvimos que esperar nada de colas, entramos directos enseñando la entrada desde el móvil. Otro punto positivo.
Nada más entrar, vimos el primer punto negativo: no podías salir del recinto. Y, si querías salir, tenías que pagar 2,50€ por la pulsera del festival que te permitía salir y entrar cuando quisieras (really?).
Por donde estaba situado el escenario y las escaleras, los que entrábamos íbamos directos a primera fila: para nosotros, que llegamos tarde, fue un gran punto a favor, pero supongo que para quien llevaba allí desde que habían abierto las puertas, no tuvo que hacerles mucha gracia. En cualquier caso, no creo que el aforo estuviera lleno y pudimos saltar, bailar y disfrutar sin empujones ni masificaciones. En esto, la verdad es que chapó.
Aunque tengo que dar un par de puntos negativos, uno al recinto y otro a la organización que supongo, cometió los errores de los primerizos. En primer lugar, ¿cómo podía hacer tanto calor? Bien, es un recinto cerrado lleno de gente bebiendo y saltando. Hasta ahí de acuerdo. Pero estamos hablando de un pabellón de reciente construcción donde habitualmente hay conciertos y se practica deporte, ¿la ventilación no estaba contemplada? De verdad, era demasiado el calor que hacía…
Por otro lado, únicamente había dos barras para comprar bebida. Probablemente, hubieran sido suficientes para abastecer a toda esa juventud sedienta de vida, salvo porque se les acabaron muy pronto. Para cuando empezó Sidonie, sólo quedaba cerveza o refrescos, ni vino ni copas… Además, las colas para pedir eran inmensas por lo que, ir en medio del concierto, suponía perderte la mitad de la actuación. Culturalia, un consejo para el próximo año: que no falte el alcohol. Eso nunca falla 😉
En cuanto a los grupos, poco puedo comentar que no esté ya dicho. Izal impecable como siempre: no fue el concierto del Sonorama que había visto hace apenas un mes, de hecho, dudo que puedan repetir semejante espectáculo muy a menudo. El concierto era más corto y hubo menos speech y más canción seguida. Sin embargo, nada que replicar, disfruté de Copacabana y su baile como espero, haré otras muchas veces más.
Y, tras media hora en la que hubo música de Oscar Mina DJ de fondo mientras adecuaban el escenario para la próxima actuación, llegó Sidonie y dio un espectáculo digno de la carrera que les precede. Desconozco por qué, pero mucha gente se fue tras ver a Izal, sin saber que el plato más delicioso, siempre es el postre.
Tal vez fue porque nunca antes les había visto en directo, pero caí rendida a sus pies: fueron divertidos, se lo pasaron en grande en el escenario y nos contagiaron a todos, pusieron un karaoke vintage en forma de cartel, se pasearon entre el público y le plantaron un beso de película a una chica del público, cantó un niño… Lo dicho, puro espectáculo y algún crimen por resolver.
Sidonie puso el broche final a la primera vez de este festival que tenía más cara de concierto largo, por el recinto cerrado y organización, que de festival. Creo que tuvo ciertos fallos que mejorará el año que viene y que, de alguna forma, pecó de primerizo: con la ilusión e inexperiencia que eso supone. Pero da igual. Culturalia nos regaló una noche increíble; nos lo pasamos en grande, nos presentó a gente con la que seguir brindando por la vida, nos recordó lo feliz que nos hace reencontrarnos y nos pidió que le prometiéramos que volveríamos. Y lo prometimos, todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad 😉
Periodista especializada en Marketing Digital y Big Data y nómada empedernida por naturaleza: YSIFLY es el lugar en el que hablo sobre mis ganas de no quedarme con las ganas de nada