Bizkaia en estado puro: así es el plan dominguero que (por fin) he realizado hoy y que tenía pendiente desde hacía ya algún tiempo. La perfecta combinación de su mar, sus montes, sus acantilados, su historia y su presente: la vía verde de Itsaslur entre Pobeña y Kobaron.
- Tiempo | 1,5 horas
- Distancia | 6 kilómetros
- Dificultad | Fácil
- Altura | 100 metros
Como tenía entendido que era tremendamente accesible y que lo podía hacer en cualquier momento, la verdad es que nunca terminaba por encontrar la ocasión. A veces, se nos resiste lo fácil y preferimos optar por lo complejo, dejando a un lado «planes» que de verdad, merecen la pena. Vaya absurda ironía esta.
La vía verde de Itsaslur es uno de esos planes
El recorrido que une dos barrios de Muskiz (porque sí, Pobeña y Kobaron son dos barrios), bordea la costa cantábrica permitiéndonos disfrutar una vez más, de estos acantilados de flysch tan nuestros, tan espectaculares y tan únicos. ¿He dicho alguna vez lo afortunados que somos de vivir donde vivimos?
La ruta de este plan dominguero es lineal, con 3 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta por un camino muy fácil y tremendamente accesible. Además, toda la ruta está perfectamente bien indicada y no hay lugar a pérdidas por lo que, en este caso, no hace falta ni mucha planificación ni si quiera un outfit específico. Es el plan ideal para cualquier persona que quiera disfrutar por un ratito, de lo bonita que es la vida.
Su historia y su presente
Además, Itsaslur no es sólo un camino más por el que seguir enamorándonos de Bizkaia: es una ruta a través de la cuál, recorremos nuestra propia historia en cada paso que damos. Un paseo acondicionado a nuestras ganas de ocio que, antaño, acogía las vías ferroviarias por las que pasaba el tren que transportaba el mineral de la compañía Mac Lennan desde Kobaron al lavadero y cargadero de Campomar.
Esta ruta era la única apertura al mar abierto que existía en la provincia y por tanto, la mejor forma de poder exportar los minerales de las minas de Amalia Vizcaína y San Francisco a Europa allá por 1870. Una opción muy astuta por parte de la compañía Jose Mac Lennan de Minas S.A., a la par que peligrosa: podrían eludir las esperas de los más de 23 cargaderos existentes en la ría de Bilbao así como los gravámenes… pero, contra la bravura de este mar, había que luchar frontalmente.
Hablamos del Cantábrico, no cualquiera es capaz de plantarle cara y, los responsables de la hazaña, sabían que sólo podrían competir con un mineral en condiciones idóneas, en meses «secos» (¡ojo, en Euskadi!) y llevándose de regalo, algún que otro susto.
Sin embargo, no sólo de minería se ha hecho esta ruta, también de algas. Y es que, las poleas que aún cuelgan directamente sobre los acantilados, son el vivo testigo de la importancia que tuvo en otra época la recogida de algas.
Hoy en día, de aquellas nos queda su recuerdo y algún que otro elemento histórico en la ruta, que nos repiten que estamos donde estamos porque venimos de donde venimos. Bien lo sabe Muskiz, que hoy en día acoge la refinería más grande de la península en Petronor.
Un recorrido entre acantilados
Los seis kilómetros que mencionaba que componen la ruta completa, comienzan en la Residencia de Pobeña y acaban en el parking de Kobaron. Sin embargo, para ser realistas, nuestra ruta de hoy ha sumado un par de kilómetros más, con un pre-ruta y un post-ruta que os detallo a continuación.
Para empezar, no hay ruta, por fácil que sea, sin desayuno previo, por lo que, en nuestro caso, hemos optado por la archiconocida Maloka que, para quien no lo sepa, se trata de un bar con una cristalera enorme desde la que disfrutar de las vistas. Y ya sabéis lo que dicen, un café, frente al mar, siempre sabe mejor.
Paseito por la playa obligatorio de La Arena, y aquí, entre nosotros, mi rincón de escape preferido para cuando quiero huir de la realidad. Tal vez no sea la mejor playa de Euskadi, pero sí la más fácil (y gratis) para aparcar y el mar, al fin y al cabo, siempre es paz y fuente de energía.
La ruta comienza justo detrás de la residencia de Pobeña: a la derecha, encontraremos una escalinata cuyos 120 escalones, nos dan la bienvenida. No os asustéis, es el único desnivel que encontraremos en todo el camino. A partir de aquí, el camino lo forman tramos asfaltados y pistas de tierra, pero siempre dejando a nuestra derecha la Playa de La Arena y Punta Lucero.
Como decía, no hay pérdida en el camino ni apenas, toma de decisiones. Únicamente, tendremos que elegir entre el camino de la izquierda y el de la derecha, una vez avanzados unos 800 metros desde el inicio. El de la izquierda rodea el cargadero por el interior y comienza con una breve cuesta mientras que, el de la derecha, continúa por la costa y llega directamente al cargadero.
En cualquier caso, ambos caminos terminan por unirse, por lo que, tomes la decisión que tomes, ¡acertarás! En nuestro caso, la decisión fue bastante fácil: entre subir una cuesta o continuar junto al mar, el camino se dibuja solo, por lo que nos fuimos directos al cargadero. En este punto, hay que bordear/saltar las vallas de madera y, veremos un cargadero que tal vez esté maltratado por el paso de los años y el oleaje, pero que ante todo es historia.
Una vez pasado el cargadero, seguiremos el camino y nos reuniremos con quienes escogieron el camino de la izquierda para continuar avanzando juntos. Mientras, a nuestra derecha, veremos grandes cargueros que dejan atrás el puerto de Bilbao.
Finalmente, llegamos al área recreativa de La Juncosa donde también está el parking que recibe el mismo nombre y que nos indica que hemos terminado la vía verde de Itsaslur. Con suerte, también podréis ver a un caballo tan bonito como el que me he encontrado yo hoy retando el vendaval.
Desde aquí tenemos varias opciones, como por ejemplo, continuar por el camino y llegar propiamente a Kobaron o bien, deshacer lo andado y volver a La Arena. Sin embargo, hay una tercera opción que, en nuestro caso, no podía ser mejor opción. Justo a la derecha, encontramos un caminito que nos lleva directamente al mar, donde podemos ver de cerca esos flysch que tanto nos encandilan y la bravura del Cantábrico haciendo de las suyas.
Es un pequeño recorrido, pero sin duda, merece la pena. Tanto, como la vía verde de Itsaslur, un corto recorrido perfecto para un plan dominguero en el que cargar pilas junto al mar. Qué bien todo desde que me gustan los domingos, y qué bien los planes domingueros.
Periodista especializada en Marketing Digital y Big Data y nómada empedernida por naturaleza: YSIFLY es el lugar en el que hablo sobre mis ganas de no quedarme con las ganas de nada