Hay pequeños rincones del Planeta de los que quedas perdidamente enamorado y otros, por los que pasas fugazmente sin pena ni gloria. Algo así es para mí Oslo, la capital de Noruega.
Si esta ciudad estuviera en otro país, es probable que no tuviera esta impresión o que mi «animadversión» fuera menor. Sin embargo, no puedo evitar decir que Oslo no me gusta y, no lo hace, porque no hace justicia al país que representa. Es apenas una punta del iceberg de todo lo que está detrás. Me explico, hay cientos de lugares con vuelos baratos a los que merece la pena ir a pasar un fin de semana: no ves ni por asomo todo lo que puede esconder ese país y, sin embargo, te llevas una buena sensación de la ciudad. Un aperitivo que te deja con ganas de más y al que le haces una promesa de volver para exprimir cada rincón.
Oslo no es uno de estos lugares. Y, sin embargo, sí que es la puerta perfecta hacia un lugar de ensueño.
Desde mi experiencia, no recomendaría un viaje explícito a Oslo de una semana por ejemplo. Lo que sí aconsejo (sin la menor duda) es un viaje por Noruega en el que Oslo sea una parada de un día donde aprehender cómo es el día a día de uno de los países más avanzados (y caros) del mundo.
Punto de partida de Oslo
He estado tantas veces en Oslo que he perdido la cuenta: durante mi Erasmus en Suecia, fue mi conexión entre aquella vida paralela y el mundo real. Volaba siempre a esa pequeña caja de zapatos que tienen por segundo aeropuerto: Rygge; y cogía el tren desde la estación central hasta Karlstad. Además de todas aquellas veces de idas y venidas en la que aprovechaba para re-conocerlo, re-descubrí Oslo con cada visita que tuve aquel año. De todas aquellas excursiones, esto es lo que me quedó grabado en la retina:
Dónde dormir: únicamente me quedé a dormir en Oslo una noche por lo que sólo puedo hablar de un alojamiento: Anker Hostel. Se trata de un hostel bastante céntrico y muy moderno; es algo caro pero, teniendo en cuenta que estamos en Oslo… se podría decir que es hasta barato; yo lo recomendaría. De hecho, guardo un particular recuerdo de él… en esa sala común, nos enteramos del asesinato (oficial) de Bin Laden, rodeados de noruegos atónitos y perplejos.
Transporte para llegar (mi experiencia es desde Suecia, así que las compañías que pongo a continuación son partiendo desde este país)
- Oslo cuenta con tres aeropuertos:
- Gardermoen: es el más importante y por tanto, el que más opciones tiene para ir a la ciudad. Coger el tren con Noruega NSB (93NOK el sencillo – 23 minutos, tren Flytoget (el express del aeropuerto,180 Nok el sencillo – 19 minutos) y el bus Flybussen (160Noks – 45 minutos)
- Torp: está bastante alejado, a 110km. Para llegar al centro disponemos del tren (1,45 horas) y el bus Torp-Expressen (2 horas)
- Rygge Moss: es destino de las lowcost y está a 60 kilómetros. La mejor opción es con el bus Rygge-Ekspressen; salen cuando se llenan y tardan algo menos de una hora en llegar. Ojito, porque el precio ida y vuelta es de 300NOK (unos 36€)… lo que sólo es un anticipo de lo que nos espera en esta ciudad con los precios.
- SJ Internetbokning: es la web donde compraremos los billetes de tren, los precios cambian constantemente así que hay que estar atentos y reservar en el momento oportuno. (Mejor opción para viajar hasta Suecia)
- Swebus: desde aquí compraremos los billetes de autobus, algo más económico (con buen wifi y enchufes)
- Oslo tiene sistema integrado de metro, tranvía y buses con muy buenas frecuencias (33NOK el sencillo) además del servicio de bicicletas con estaciones por toda la ciudad (24horas -49NOK). Está mal que lo diga y mi obligación es mencionar que la multa por no llevar el tícket es de 900NOK, sin embargo… ni una sola vez de las que estuve allí, pagué en ningún transporte público y «nadie me pilló» (qué quieres, estaba de Erasmus y la beca que aportaba el Gobierno no daba mucho de sí, no me juzgues!). Otra opción para ser un buen turista, es coger el Oslo Pass, en el que por 395NOK tienes 24 horas de transporte gratuito. He de decir que, salvo que el frío lo impida o el reloj nos marque el compás, creo que se pueden visitar los enclaves obligatorios de Oslo andando cómodamente y con un paseo un poco más largo hasta Vigelandsparken.
Vale, pero qué nos vamos a encontrar
- Ópera de Oslo: un edificio que sin duda, llama la atención y que se convierte, para mí, en lo mejor de la ciudad y una parada obligatoria: es vanguardia en estado puro. Su propio tejado se asienta sobre él y es posible andar por el mismo aunque para llegar a la sala principal, tendremos que descender bajo del nivel del mar. Además, se puede entrar libremente y admirar también por dentro a Operahuset, que protege al fiordo de Oslo tan sólo desde 2008. El blanco del mármol que lo recubre, se funde en invierno con la nieve y la capa de hielo que cubre el mar.
- Karl Johans gate: es la principal calle comercial de la ciudad y una de sus arterias. Empieza en la estación central y finaliza en el Palacio Real y, a su paso, va dejando atrás los edificios más emblemáticos de la ciudad así como tiendas y restaurantes de moda.
- Catedral del Salvador de Oslo: Precisamente, al inicio de esta calle, podemos encontrar su Catedral, aunque no esperemos imponentes edificaciones eclesiásticas como en otras ciudades. Data de inicio del siglo XVII y de estilo barroco.
- Parlamento (Stortinget): continuamos esta calle hasta llegar al Parlamento; lo reconoceremos por su color «tirando a amarillo» y porque destaca respecto a los edificios colindantes y por los visitantes haciéndose fotos en las manos que se saludan en la puerta. En verano se hacen visitas gratuitas.
- Fortaleza de Akershus: en pleno corazón de Oslo, cuentan que es una auténtica obra de ingeniería medieval de 1300 y que jamás fue conquistada por ningún ejército extranjero. Actualmente, se utiliza únicamente para algún acto oficial. Su entrada es gratuita.
- Galería Nacional: otra de las visitas obligatorias en la ciudad; sobre todo por uno de los secretos que alberga: El Grito de Munch (sí, contra todo pronóstico, está aquí y no en el Museo de Munch). ¡Entrada gratuita los jueves!
- Ayuntamiento de Oslo (Oslo Rådhus): un edificio singular, que sigue en la línea de todo lo que hemos visto hasta el momento con un estilo bastante sobrio. Merece la pena entrar para intentar imaginar qué sienten los ganadores del Premio Nobel de la Paz, galardón que se entrega en este edificio y no en Estocolmo, donde se dan todos los demás. (Decisión del mismísimo Alfred Nobel no exenta de confusiones y fábulas)
- Aker Brygge: es la zona del Puerto de Oslo y aquí podemos encontrar muchos restaurantes de alto nivel y viviendas muy nuevas. Un buen sitio para ver atardecer.
- Palacio Real y parque del Castillo: lo que más me gustó de este lugar fue su ubicación. Se impone ante la calle principal de Oslo y observa a sus ciudadanos con la mirada en alto. Sobra decir que no estamos en Versalles y que si por algo se caracteriza, siguiendo el patrón de toda la ciudad es por su sencillez. La visita interior, personalmente, me parece prescindible, pero para quien guste, lo podrá hacer por unos 135NOK.
- Teatro Nacional
- Vigelandsparken: o el delirio de un artista. Más de 200 esculturas en bronce, granito y hierro del escultor Gustav Vigeland están estratégicamente situadas en el parque, rodeando El Manolito: una columna de 14 metros y 121 cuerpos. Me refiero a este parque como delirio por la extraña sensación que se va apoderando de ti en cuanto pones un pie en este «curioso» lugar. Las esculturas son casi siempre personas humanas, de cualquier edad, en posturas de todo tipo y con expresiones muy realistas… de esas que no te quitan el ojo de encima al caminar, ya me entiendes. Muchos de mis amigos que lo visitaron lo calificaron de erótico; en mi opinión lo dejaría en un clímax entre singular y siniestro. En cualquier caso, se trata del parque más grande de Oslo y un pulmón para la ciudad que merece una visita: ningún blog podrá anticipar las sensaciones que te generará un lugar, eso ya corre de tu cuenta 😉
En definitiva y para concluir, seré concisa: Noruega es increíble y Oslo no le hace justicia; pero supongo que a veces, para saborear el postre… hay que degustar primero todos los entrantes. Y, la magia de Noruega, no se entiende sin el día a día de su capital
Si te pasa algo en la otra parte del mundo, ¡al menos que tengas la seguridad de que todo va a salir bien!
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Periodista especializada en Marketing Digital y Big Data y nómada empedernida por naturaleza: YSIFLY es el lugar en el que hablo sobre mis ganas de no quedarme con las ganas de nada
Te seguiré pues me gusta el contenido de tus pist y como lo narras. Seguramente que te pediré alguna colaboración para la revista “mundigeamagazine.com”
Muchísimas gracias Nano! Más allá de qué ver en un sitio, intento hablar de sensaciones 🙂
Estaré encantada de colaborar con vosotros! Un saludo!