Diario de un Plan B: Lisboa en 3 días

Lisboa

Era tan accesible, que nunca me había planteado ir. Lisboa siempre se presentaba como el Plan B, un lugar que podía tener encanto, que estaba muy cerca y al que podía ir en cualquier momento. Y por eso, no iba. Cada vez que me planteaba viajar a la capital lusa, encontraba algún vuelo de oferta a algún destino europeo. Como si mayor distancia significara mejor destino. Esa eterna atracción por lo difícil, la tentación de lo prohibido o inaccesible.

Así fue cómo la vida me plantó ante uno de los lugares más inesperados en los que he estado: por casualidad. Como viene siendo habitual y, ante esa ridícula manía mía de dejarlo todo para última hora, me pilló el toro con unos días libres de forma repentina, sin plan, sin muchos ahorros y, esta vez, sin ofertas fichadas en skyscanner.

Por aquel entonces, vivíamos en Madrid así que decidimos coger el coche y hacer un road trip de 5 horas y media hasta Lisboa (compartiendo coche, como no podía ser de otra forma). Encontramos un pequeño pero cuco estudio de Airbnb en el Barrio Alto por el que pagamos un total de 56€ las tres noches (en pleno puente de diciembre): la ubicación era inmejorable así que para un par de personas, lo recomiendo sin lugar a dudas. Además, aunque no sé bien cómo llegamos hasta allí, encontramos muy cerca un parque en zona blanca (o sin zona, porque no había líneas dibujadas) donde aparcamos el coche los cuatro días y nos olvidamos por completo de él.

Lisboa

Lisboa en 13 rincones

  1. Tranvía 28: desde que pongas un pie en esta ciudad, querrás inmortalizar en tu objetivo al tranvía 28 a su paso por las vías de Lisboa.
  2. Plaza del Comercio: tal vez, la imagen más recurrente de la ciudad donde su intenso amarillo cobra vida ante visitantes, músicos callejeros, flores y sobre todo, mucha vida.
  3. Alfama: tiene la suerte de ser el barrio más antiguo de Lisboa y, a su vez, uno de los más típicos. Desde él, la ciudad a tus pies entre historia, galerías de arte y el fado más puro en directo. De hecho, allí está el Museo del Fado, la Catedral da Sé (Catedral de Lisboa con ¡entrada libre!) y los increíbles Miradouro das Portas do Sol, Miradouro de Santa Luzia Miradouro da Graça.
  4. Castelo de Sao Jorge: se alza sobre la colina más alta de las siete que componen Lisboa y data del siglo VII a.C. Desde él, algunas de las vistas más impresionantes: es lo que tiene una ciudad entre colinas, que no faltan miradores desde los que conquistarla desde las alturas.
  5. Chiado y Barrio Alto: aquí es donde nos alojábamos, en la zona de los artistas. Se trata del barrio más bohemio de toda la ciudad donde pasea la vida intelectual comparte café con poetas y escritores (y bastantes bares de fiesta, ya que es la zona de marcha nocturna). Imprescindible la foto junto a la estatua de Fernando Pessoa en la terraza del Café a Brasileira. Cuestas en Lisboa hay muchas sí, pero podemos esquivarlas en este barrio en el tradicional (y turístico) Elevador de Santa Justa.
  6. La Baixa: entre los dos barrios anteriores en las colinas de Lisboa descansa La Baixa, el centro histórico de la ciudad. Sus calles están en perpendicular a su arteria principal Rua Augusta y, en sus extremos, las dos plazas que lo delimitan el Rossio (Praça de Dom Pedro IV) y la ya mencionada Praça do Comércio y su elegante Arco Triunfal (uno de sus lados abierto al estuario del Tajo).
  7. Puente del 25 de abril: aunque pudiera parecer San Francisco, se trata del puente más antiguo sobre el Tajo en Lisboa (1966) con sus 2,27 kilómetros de longitud y una altura máxima de 70 metros sobre el río. Separa los barrios de Alcántara (oeste de Lisboa) con la ciudad de Almada y, personalmente, recomiendo reservar un atardecer de nuestra estancia en Lisboa, para disfrutarlo allí. Merece la pena.
    Lisboa
  8. Cristo Rey: de San Francisco a Río de Janeiro. Con sus 28 metros de altura, Cristo Rey nos recibe con los brazos abiertos para darnos la bienvenida a la capital lusa.
  9. Torre de Belém: tal vez sea el monumento más conocido de Lisboa y testigo de lo que ocurre allí desde 1520. Es una torre de vigilancia a orillas del Tajo declarada Patrimonio de la Humanidad. Ojo, ¡la cola que se forma es impresionante!
  10. Monumento a los Descubrimientos: muy cerca de la Torre, podemos ir andando hasta este monumento que conmemora los 500 años de la muerte de Enrique el Navegante. No tiene pérdida: con sus 56 metros de altura se impone como gloriosa honra de la época más esplendorosa de Portugal.
  11. Monasterio de los Jerónimos: junto a la Torre de Belém, es la otra joya declarada Patrimonio de la Humanidad de Lisboa. Un enorme monasterio del siglo XVI que se convierte en otra visita obligatoria en nuestro paso por la ciudad.
  12. No todo va a ser ver monumentos y perderse por callejuelas. En una visita a Lisboa tenemos que saber que el aguardiente por antonomasia es La Ginja. De hecho, nosotros nos encontramos repentinamente con una cola de unas 40 personas a las puertas de un pequeño establecimiento que resultó ser A Ginjinha, el hogar de este licor dulce de guindas. Esperamos la cola (la curiosidad siempre es más fuerte que nosotros) y probamos un vaso de esta bebida que tantos adeptos tenía (antes de probarla).
  13. Sin duda, los Pastéis de Belém son otro dulce capricho que hemos de darnos en este viaje así como el bacalao: nunca será suficiente, ¡está delicioso!

Lisboa

Debió de haber sido un Plan A

Cualquiera que me conozca un poco, me habrá oído decir cientos de veces esa frase de «perdernos, para encontrarnos» y, en Lisboa cobra más sentido que nunca. Entiendo que hay ciudades en las que el reloj manda y hay visitas obligatorias que no se pueden obviar… pero esa no es la capital de Portugal. Lisboa te regala las callejuelas más auténticas alejadas de cualquier mapa, te sorprende con cafés de película, te pinta un retrato en el mirador menos pensado y te invita a perderte por una ciudad que no te esperas.

Si los lugares que «hay que visitar» se han ganado por mérito propio ese apellido, hay otros cientos que, personalmente, me quedaron guardados en el recuerdo lejos de las colas y «aglomeraciones» de los «must see». En tres días y medio tuvimos tiempo de sobra para ver Lisboa e incluso, hubiéramos podido visitar lugares cercanos… pero nos gustó tanto que decidimos saborearlo lentamente, sin prisas. Me guardo para la próxima visita (que la habrá) Sintra, Setúbal, la Costa de Caparica, Sesimbra, Cascais o Estoril.

Y creo que ahí es donde reside su esencia, en que la ciudad de las siete colinas un plan B que acaba por sorprenderte.

Si te pasa algo en la otra parte del mundo, ¡al menos que tengas la seguridad de que todo va a salir bien!
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