Hay días de verano que te sirven de energía para aguantar todo el invierno. De esos que, cuando piensas en ello, anhelas los días de sol y te dan fuerzas para aguantar los meses que te quedan hasta coger vacaciones. Días de verano propiamente dichos, que simplemente son perfectos. Jornadas como la que os voy a contar a continuación, a la que no le faltó absolutamente de nada:
- Tiempo | 2 horas con calma
- Distancia | 6,5 kilómetros
- Dificultad | Baja
- Altura| 276 metros
Esto que voy a decir, no es nuevo en YSIFLY, pero no me cansaré de repetirlo: nos pasamos la vida buscando lugares increíbles en la otra punta del mundo sin valorar que, apenas a unos kilómetros, tenemos auténticos caprichos de la naturaleza dispuestos a regalarnos lo mejor de sí.
Es el caso de Urdaibai, declarada Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1984. El lugar que nos acogió y nos permitió disfrutar de una subida al monte sobre unas vistas dignas de postal, comida en la playa de Laida, paddle surf recorriendo toda la biosfera y cerveza para poner el broche de oro a una jornada increíble mientras veíamos atardecer. Allá vamos:
Subida al Cabo de Ogoño
Existen diferentes rutas para llegar a la cima de Ogoño: la circular empezando por Elantxobe o por Ibarrangelu, subiendo en coche hasta el propio parking… o la que hicimos nosotros, partiendo desde la playa de Laga. Una vez llegamos a la cima, es posible continuar la ruta hacia la cima de Atxurkulu (305 metros), pero en este caso, describiré la que hicimos nosotros.
Como decía, partíamos desde Laga, esa maravilla de playa bizkaina que todavía se conserva bastante virgen y sin masificaciones, pero que las furgos de viajeros sin demasiado amor por el medio ambiente, están comenzando a colonizar.
Al fondo de la playa, en la parte de la derecha, veremos un camino con verjas. Pero, ¡cuidado! esta no es la entrada a la ruta, sino el acceso a una vivienda particular de alguien a quien la vida ha tratado mejor que a mí. Justo a la derecha, veremos un pequeño sendero que, no lo parece pero lo es y que, probablemente, si no lo conoces o preguntes, te equivoques o pase desapercibido para ti.
Nada más comenzar la ruta, encontraremos unas cuerdas que nos indican hacia dónde hemos de ir y, aviso para navegantes, mejor ayudarse de estas cuerdas para subir que para algo están 😉
Mi recomendación es comenzar esta parte tranquilo porque, puede pasar (vale, me pasó a mí), que lo coges con muchas ganas y empiezas a subir bastante rápido y acabas agotado. No es complejo, pero sí que es cierto que es la parte «más dura» de toda la ruta y que exige un mayor esfuerzo físico. De hecho, recomiendo venir por esta parte únicamente si no ha llovido (porque el resbalón podría ser tremendo) y, en caso de ir con niños o personas que tengan más dificultades, optaría por alguna de las otras rutas, que son más accesibles. Esta es algo más dura (sin ser dura y es un pequeño tramo), pero merece la pena 🙂
Una vez concluida esta parte, a nuestra izquierda y saliéndonos de la ruta, encontraremos un rincón al que sólo llegas si sabes hacia dónde vas. En nuestro caso, uno de nosotros ya conocía la ruta y nos descubrió este pequeño escondite, donde un banco frente al mar, nos permite disfrutar de la ladera del Ogoño a nuestra derecha donde los escaladores sufren a la par que disfrutan y, de una cala muy íntima, de piedra y aguas cristalinas a nuestros pies.
Volvemos a la ruta y caminaremos por un sendero donde los eucaliptos han dejado su huella en forma de hojas secas. Este camino tiene una leve pendiente, de la que apenas nos daremos cuenta y, continuaremos hasta llegar al cementerio de Elantxobe donde podremos ver coches aparcados, pero ¡ojo! sólo los vecinos tienen permitida la circulación por aquí. No se trata de coches de otros mendizales 😉
Está todo muy bien indicado con marcas blancas y amarillas en los árboles, por lo que no hay posibilidad de perderse e incluso ¡hay una fuente! Desde aquí avanzaremos por un encinar durante unos dos kilómetros en los que nos iremos ascendiendo sin ser prácticamente conscientes de ello.
Llegamos al tramo final, donde de nuevo, volvemos a tener un camino más pronunciado que, más que camino, se trata de atravesar el bosque. Este es uno de esos tramos por los que merece la pena hacer rutas al monte y sentirte en pleno contacto con la naturaleza, y más, teniendo en cuenta que se trata de la antesala de lo que está por venir.
Y llegamos a la cima del Talaia (276 metros) del Cabo de Ogoño, y qué espectáculo. Me cuesta describir la sensación que tuve allí arriba con el mundo a mis pies en forma de costa bizkaina: la playa de Laga y la entrada de Urdaibai, la isla de Izaro, Mundaka y Bermeo al fondo y, para poner la guindilla, el cabo de Matxitxako. Una combinación perfecta a la que, además nosotros, pudimos completar con la Nao Victoria, el legendario navío que ostenta con el honor de ser el primero en dar la vuelta al mundo y que estos días, está recorriendo Euskadi para disfrute de los paisanos.
Y desde aquí, poco más se puede añadir más que disfrutar. Sentarte en la roca en silencio mientras miras lo increíblemente bonito que es aquello que tienes ante ti. Saborear ese instante y tratar de grabarlo en tu retina para que jamás se te olvide y, por un momento, pensar en cuán afortunados somos de poder tener algo así tan cerquita de casa. Qué maravilla, de verdad, fue impresionante.
Vale, las personas con vértigo igual no pueden disfrutar así porque la sensación de altura es bastante grande, pero para quien plante cara al miedo, la adrenalina le permitirá saborear una experiencia única. No hay peligro si no se hace el cabra, pero por supuesto, con precaución.
En cuanto a la vuelta, no me extenderé demasiado porque nosotros optamos volver deshaciendo el camino. En total, realizamos la ruta entera en unas dos horas, pero bebiéndola a sorbos muy lentos para saborearla y disfrutarla. Lo que más me gustó, obviamente y sin duda alguna, fue el éxtasis de la cima con un espectáculo de la naturaleza. Sin embargo, también destacaré lo tranquila que es esta ruta y la poquita gente que nos encontramos para ser un día festivo en agosto y buen tiempo: calma, muchísima calma. Por último y ya con esto doy paso a lo siguiente: ¡imprescindible calzado apropiado!
Paddle surf en la Reserva de Urdaibai
Para realizar esta actividad, optamos por la empresa UR Urdaibai que está en la playa de Laida y que de antemano, recomendaré. En nuestro caso, elegimos hacer la travesía completa, de forma ilimitada de tiempo y sin guía, pero para que tengáis una referencia, la hora tiene un precio de 12€.
Así pues, nos lanzamos al agua, dos de tres sin experiencia alguna en este tipo de deporte que aparentaba ser muy fácil siempre y cuando tuvieras equilibrio. He de decir, que he descubierto que lo tengo, no sé si en todos los aspectos pero físico, al menos, parece que sí, le cogí el truco a la primera y ¡no me caí ni una vez! (salvo las que me tiraron claro) Esto lo cuenta alguien muy poco dada a los deportes, para que entendáis lo fácil que puede ser hacer paddle surf 😉
Contábamos con las mareas como aliadas, así que decidimos disfrutar un poco de la playa de Laida cuando la marea estaba todavía baja y la fina arena, cubría gran parte de su extensión. Qué gozada de playa, y más con esta temperatura mediterránea que el Cantábrico nos está regalando en 2018.
Y llegó el momento de adentrarnos en la reserva remando a favor de la corriente: durante más de 8 kilómetros de un recorrido serpenteante, disfrutamos de un paisaje que pedía a gritos ser fotografiado por momentos, o al menos, como en nuestro caso, inmortalizado para siempre. Dentro de la reserva, el recorrido va entre marismas, por lo que la apariencia del agua está menos apetecible para darse un baño, por lo que recomiendo venir fresquito desde la playa.
Prácticamente, hicimos todo el recorrido solos. ¿Os imagináis lo que es? Navegar con amigos en plena naturaleza por un enclave único y en plena paz. Guau, ahora entenderéis por qué el de ayer fue un día tan especial.
Nuestra ruta acabó cerca del Palacio de Artagan, donde nos vinieron a recoger en furgonetas para llevarnos al punto de encuentro.
Hoy tengo alguna que otra agujeta con la que ya contaba pero, de nuevo repetiré que recomiendo esta experiencia hasta la saciedad: practicar el deporte claro, nunca está de más, es divertido, fácil y sirve para pasarlo bien haciendo algo diferente. Pero sobre todo, recomiendo hacerlo aquí, en un lugar tan mágico y que, en mi opinión, todavía muy desconocido. Aunque igual precisamente ese es su secreto, que sólo lo conozcamos los de casa y mantenga su esencia 😉
Saboreando la playa de Laida
Tanta energía invertida, pedía a gritos proteínas y calorías, así que estas fueron nuestras opciones:
- Mar mar: bar/restaurante en primera línea de playa donde disfrutamos de una sabrosa comida. No teníamos tiempo porque íbamos al paddle, así que optamos por los suculentos pintxos de la barra que estaban deliciosos (aunque la hamburguesa vegana, si no eres un amante de la verdura… no la recomendaría; en mi caso hubiera preferido pedir otra cosa). Precio: 10€ por persona
- Camping Arketa: cervecera del Camping Arketa. Nos atendieron siendo incluso las 11 de la noche, y cenamos comida típica de cervecera a precio habitual. De nuevo, ¡también muy recomendable!
Sin embargo, aunque todo lo que os he contado hasta ahora, hacían de este, un día muy prometedor, lo que realmente puso la guinda al pastel para que este fuera un día realmente especial, fue disfrutar de la puesta de sol en la playa con unas cervezas y con esa compañía: hablando de la vida, riéndonos de nuestras cosas, contándonos qué nos preocupa y resolviendo el mundo.
Supongo que este miércoles de agosto, sin esta última parte hubiera sido un buen día aunque probablemente, no tan especial. Sin embargo, de lo que sí que estoy segura es que, si únicamente hubiéramos disfrutado de este atardecer sin lo restante, habrían hecho que me acordara de este 15 de agosto durante mucho tiempo. ¡Gracias pollitos! Queda pendiente una hoguera y dormir en la playa a la luz de la luna 🙂 (parte del plan a la que dos de los componentes nos rajamos a última hora).
(*) Posdata: estoy a la espera de recibir fotos del Paddle Surf de la GoPro, en cuanto las tenga, sustituiré las que hay por unas un poquito mejores 🙂
Periodista especializada en Marketing Digital y Big Data y nómada empedernida por naturaleza: YSIFLY es el lugar en el que hablo sobre mis ganas de no quedarme con las ganas de nada
hasta llegar al cementerio de Elantxobe donde hay sitio de sobra para aparcar y desde donde comenzar la ruta de quienes llegan hasta aquí en coche.
Les agradeceriamos corrigiesen la descripcion de esta ruta.
El camino que sale de Ibinaga a partir de la carretera BI-2237 y va hasta el cementerio de Elantxobe tiene restringida la circulación de vehiculos tan solo para vecinos.
Los vehiculos particulares TIENEN PROHIBIDA LA CIRCULACION por ese camino.
Saludos
Estanis Goikoetxea (vecino de Ibinaga)
Hola Estanis!
Disculpa, desconocía ese dato. Ahora mismo lo corrijo claro, gracias por la aclaración 🙂
Precioso lugar para vivir, por cierto!
Que tengas un buen día, un saludo