Por suerte para nosotros, el Ganeko o Ganekogorta se encuentra dentro de los límites a los que podemos ir en estos tiempos de pandemia, así que nuestro último plan dominguero, fue coronar sus 997 metros. Seguimos así con nuestro plan de alcanzar los 5 Montes Bocineros, en tanto que, este ha sido ya el cuarto de los logrados y, únicamente nos faltaría el Sollube, aunque para este, habrá que esperar a poder sobrepasar los municipios colindantes a Bilbao.
- Tiempo | 6 horas
- Distancia | 26 kilómetros
- Dificultad | Baja
- Altura | 997 metros
Junto con el Pagasarri, es otra de las cumbres clásicas para los bilbaínos y, precisamente, según qué ruta escojamos, para llegar al Ganeko, es preciso pasar primero por el Paga. Es por tanto, a mi juicio, una ruta relativamente sencilla y muy llevadera, aunque algo larga, sobre todo la bajada, como suele ser habitual.
Eso sí, desde su imponente cima, las vistas no desmerecen el esfuerzo, por lo que, si estamos animados y tenemos el día libre ya que nos llevará unas horitas, os animo a llegar hasta el final. Compensará.
Existen múltiples puntos de partida para llegar al Ganeko: desde el parking del Paga, Bilbao por Iberdrola, Llodio, Alonsotegi… y, en nuestro caso, decidimos hacer la ruta por Venta Alta, comenzando en Bolueta. Es un camino un poco más largo que «el habitual» de continuar, tras haber coronado el Pagasarri pero, a este último, lo visitamos con bastante frecuencia, así que decidimos cambiar.
En esta ocasión, nuestra ruta comienza subiendo por Montefuerte, en los parques metropolitanos del Cinturón Verde de Bilbao. Desde aquí, seguimos los mismos pasos que hicimos para llegar a la Cascada del Bolintxu hasta llegar a la carretera, por donde nos tocará andar unos cuantos metros hasta llegar al puente que nos permita cruzar la A8. Aquí, una vez crucemos este puente, dejaremos a nuestra derecha el Consorcio de Aguas de Arrigorriaga en Venta Alta y veremos muchos coches de senderistas que optan por comenzar aquí directamente su ruta.
A partir de aquí, dejamos atrás la carretera y comenzamos a ascender, primero por un camino en zig zag y, seguido, atravesando el bosque aunque con camino bien marcado. En nuestro caso, había llovido bastante los días previos, por lo que nos encontramos el camino algo inestable pero nada que no se pudiera salvar bien.
Continuamos por nuestra ruta y nos encontramos dos caminos, una cuesta bastante empinada a la izquierda y un camino muy llano a la derecha que, aunque estemos tentados de elegirlo, será la cuesta empinada el recorrido que deberemos realizar.
Seguimos por el camino hasta allanar y encontrarnos con otros muchos montañeros que, en este caso, sí han elegido Pagasarri como punto de partida.
Al estar el montañismo limitado a municipios colindantes, somos muchos los que elegimos ir a los mismos… así que, la verdad es que, en un día como el que elegimos, no se puede decir que uno vaya al monte a desconectar y buscar tranquilidad. La hay, claro…. pero junto con decenas de personas que van en busca de lo mismo. Si ya lo decía el periódico el otro día, «qué ganas tienen los montes de que abran los bares…»
Entre las indicaciones que hay por todo el sendero y, la cantidad de gente que lo sigue, lo cierto es que es prácticamente imposible perderse. Además, la cima comienza a despejarse, y podemos ver a nuestra espalda la cima del Pagasarri que ya la hemos pasado y, ante nosotros, la imponente cumbre del Ganekogorta y el Biderdi (877) que, sin haberlo planificado, también lo coronamos en este Plan Dominguero.
El último tramo, como suele ser habitual, suele ser el más complejo y empinado. En este caso, no lo era por la orografía en sí, sino porque se trataba de un camino muy estrecho, un terreno lleno de barro y tremendamente inestable y una cantidad de gente superior a la que debiera de haber. De hecho, había que «subir en filas de uno» por lo que, prácticamente, los montañeros organizaban semáforos de subida y bajada para hacerlo de la forma más segura posible… y no sin caídas en el intento. Tengo que decir que libré, pero vi a más de uno con culo a tierra.
Pasado este tramo que, sin duda, fue el único que podía ser algo más complejo, ya sí que tenemos la cima a unos metros de nosotros y es cuestión de dar el último arreón contra la furia del viento, que, al menos cuando nosotros fuimos, empujaba con muchísima fuerza.
De hecho, de la cima me quedo con dos recuerdos: uno, las impresionantes vistas que se hallan a nuestros pies, con el mar a un lado y el resto de Bizkaia al otro. Y, por otro lado, el viento que hacía y mi pensamiento por momentos de que íbamos a salir volando.
Lo cierto es que fue una pena que hiciera tantísimo viento y que hubiera tantísima gente porque nos tuvimos que quedar sin ese ratito de hamaiketako en la cima y en silencio que tanto me gusta. Ese ratito de libertad absoluta, de paz infinita.
Para bajar, optamos por el Pagasarri y, aunque nos hubiera gustado ir a las neveras y a la fuente de Tarín, decidimos dejarlo para la próxima ocasión, por lo que ¡se nos están acumulando los motivos para repetir este plan dominguero! En cualquier caso, como adelantaba al inicio de este post, ha sido una ruta que me ha gustado mucho por sencilla, por atravesar bosque y, sobre todo, por las vistas, aunque reconozco que el final se me hizo algo largo. En cualquier caso, como cualquier plan dominguero, mejor ver y probar. Sin duda ¡lo recomiendo!
Esta vez, vengo con los deberes hechos, así que os traigo la ruta completa en Strava para que podáis ver el camino que hicimos. ¡Hasta la próxima!
Periodista especializada en Marketing Digital y Big Data y nómada empedernida por naturaleza: YSIFLY es el lugar en el que hablo sobre mis ganas de no quedarme con las ganas de nada