No soy ninguna gurú para hablar sobre la zona de confort. Ni si quiera he dado un salto abismal de lo que se pudiera entender como estabilidad hacia un vacío incierto. Tampoco tengo una opinión demasiado bien formada sobre cómo me he sentido en el proceso, ni podría dar consejo a nadie.
Sin embargo, si algo he aprendido en el camino, es que la zona de confort puede ser para unos tan grande como para otros insignificante. Cada uno pone sus propios límites al lugar, espacio, momento o personas en las que encuentra un hogar, una zona de confort. Mientras unos salen de ahí a zancadas, otros encuentran sus propias barreras a apenas dos metros.
Y eso no está mal. Ni bien. Simplemente, es lo que es. Y eso, creo que es la zona de confort, el límite que nos auto-imponemos, la barrera donde comienzan los miedos. Un salto; que por pequeño que pueda parecer… se trata de un brinco de gigante en ese viaje interior.
Mi zona de confort
Todavía estoy aprendiendo las particularidades y diferencias que tanto nos unen y separan (¡y qué maravilla) y por ello, solía pensar que en mi caso era al revés. Creía que donde me sentía incómoda era en la zona de confort, el lugar donde todo es estable y con el tiempo, supone un compromiso… implica pertenencia. En definitiva, unas raíces.
Con el paso del tiempo, voy entendiendo que ese lugar que me aterraba, no se trataba de mi zona de confort… sino de mi inconformidad con lo conocido, o con el pánico que me daba quedarme con ganas de descubrir algo nuevo.
Ahora creo que la he identificado: esa famosa zona de confort existe y seguirá existiendo siempre y cuando, las personas que necesito, sigan estando dentro. En una ciudad u otra. En un trabajo u otro.
Por tanto, prefiero hablar de cambios y, a éstos no les tengo vértigo (a día de hoy, claro) De hecho, creo que son tan necesarios como sanos para crecer, aprender, sentir y vivir. Lo que me aterra de verdad es que esas personas salgan de mi vida, de lo que entiendo como hogar. Empiezo a pensar que ellos son mi zona de confort.
Toca dar un salto
No diré que me guste lanzarme al vacío sin paracaídas, tampoco soy una kamikaze. Obviamente, los cambios me imponen: asustan al principio y sobre todo, aterra que no sean lo esperado (de nuevo, cuidado con las expectativas…).
No seré hipócrita, los cambios me dan tantas ganas como miedo. A partes iguales.
Entiendo, acepto y espero que, a estas ganas, le vaya comiendo terreno un «este es mi sitio, aquí me quiero quedar». No hablo de sitio como lugar físico, trabajo, hobby, compañía… a lo que me refiero es que con los años, creo, las prioridades cambian junto con nosotros, y ahí está la magia.
Hoy emprendo mi octava mudanza
Preferí no hacer balance en Nochevieja de este año al que acabamos de despedir, porque no entiendo un 2017 sin 2016. Ha sido un ciclo, con sus cosas buenas y no tan buenas, que comenzó el día 21 de noviembre de 2015 cuando volví a Bilbao y termina hoy, 7 de enero de 2018. El día en el que vuelvo a la carretera con una maleta llena de planes y con una petición a Salamanca: llevémonos bien.
No quiero parecer dramática, me marcho sólo unos meses y este Blablacar, sí que incluye un viaje de vuelta. El cambio, a priori, es total (ciudad, trabajo, compañía)… pero personalmente, creo que se trata más bien de un nuevo escalón lleno de retos que me muero por afrontar, y de ahí, esta reflexión.
Es la octava mudanza que me dispongo a hacer y la cuarta vez que digo lo de borrón y cuenta nueva, vuelta a empezar. Empezaba este post diciendo que no soy nadie para aconsejar así que voy a concluir con lo que yo me quedo y he ido aprendiendo por el camino. Es mi experiencia, que nadie se lo tome en serio:
Los cambios, salir de la zona de confort, el miedo a lo desconocido… llámalo X; nos hacen fuertes, valientes, seguros y, aunque no salgan como esperemos, siempre ganamos en el intento. Sin darnos cuenta, algo de nosotros cambia.
Pero debe de ser una decisión propia e interna, fruto de una conversación contigo mismo/a. Todos hablarán, opinarán, juzgarán, recomendarán y, sin maldad alguna, se creerán con el derecho de decir lo que (ellos creen que) debes de hacer. Si quieres hacerlo, hazlo y si no quieres, no lo hagas: pero que salga de dentro. Que te lo pida el cuerpo. Si no, podrá volverse en tu contra 😉
En definitiva, que siempre intento acortar y me pierdo entre palabras; allá va una de tópicos típicos: siempre hacia delante, porque quien no arriesga no gana y lo mejor siempre está por venir.
Llevo por bandera el «ni un ¿y si…? más», así que en este caso, más que quedarme con las ganas, estoy deseando que llegue mañana y poner mi mejor sonrisa a todo lo bueno que vendrá.
Hoy comienza un nuevo ciclo. A por él.
Periodista especializada en Marketing Digital y Big Data y nómada empedernida por naturaleza: YSIFLY es el lugar en el que hablo sobre mis ganas de no quedarme con las ganas de nada
Marta, no estas equivocada con tu decisión de salir de donde estas y entrar en una nueva «seguro que zona de confort» y aunque a ti no te gusten los «y si» yo si quiero utilizarlo «y si te equivocas» pues no pasa absolutamente nada pues habrás ejercido un derecho: «derecho a equivocarte» que para mi es sinónimo de «libertad» y vivir en libertad es algo a lo que nunca debemos de renunciar.
Por cierto tus reflexiones en tus 27 primaveras son muy inteligentes y además para mi que ya pasé de las 60, son muy interesantes. Sigue así que vas por buen camino, porque solo los que avanzan, son los que llegan a alguno de los destinos, el resto poco a poco se van marchitando en los otoños. Que disfrutes en Salamanca.
Muchísimas gracias por tu comentario, quien no arriesga no gana así que, a por todo lo que venga!
Un abrazo y de nuevo, gracias! Me hace mucha ilusión tu comentario 🙂
Que tengas un buen día
Ha sido un placer ver tu salto, y ver cómo has cogido impulso para volver a saltar mucho más alto. Me ha encantado compartir, viajes, reuniones y marrones contigo. Al final creo que he aprendido yo más que tú : P. Wishing you the best in your BIG new adventure! XXX
¡Qué ilusión tu comentario! Para mí también ha sido un auténtico placer, lo mejor está por venir 🙂
Muchísimas gracias por todo! Un abrazo