Este 2020 tiene las horas contadas, igual que las tiene YSIFLY y, lejos de ser algo negativo, hoy brindaré por ello como un triunfo que guardaré en mi palmarés. Empecemos por el principio:
Hará unos cuatro años, una idea comenzó a rondar mi cabeza: por qué no poner letras a momentos y, así, inmortalizarlos. Por qué no, hacer eternos aquellos instantes, lugares o personas que me marcaron y hacerlo en forma de palabras. Por qué no escribir además de fotografiar y por qué no dibujar además de soñar. La memoria es traicionera y, aunque sea un baúl donde todo parece tener cabida, lo cierto es que a veces es limitada y limitante, y yo vivía con miedo de no recordar. Me afligía no ser capaz de retener lo que me importaba y perderlo para siempre. Un recuerdo es la forma de hacer que algo o alguien viva para siempre y, con el paso de los años, yo sentía que iba acumulando tantos que temía no tener hueco para todos y que simplemente, se desvanecieran.
Además, una espiral de ganas iba cogiendo forma dentro de mí, y no tenía demasiado claro cómo gestionarlo, pero sabía que ese pequeño gran monstruo que siempre había estado ahí, había llegado para quedarse y no dejaría de crecer. A esa espiral, le podían las ganas de no quedarse con las ganas de nada y yo, que siempre había querido comerme el mundo, ya iba empezando a tener claro que su fin, me pillaría bailando.
Así que me propuse decir sí. Sí a cada reto. Sí a cada plan improvisado, a los saltos en cada obstáculo o a los demonios internos que me retaran a pulso. Sí a ese ¿y si…? con ganas de volar, y así nació YSIFLY un 6 de junio de 2017.
Estos años he escrito sobre planes, viajes, reflexiones, lugares para cenar, aniversarios y confinamientos. YSIFLY ha vivido conmigo tres mudanzas, dos ciudades y cientos de aventuras y, aunque este blog no nació con vocación viajera, el alma de quien lo firma siempre se ha sentido algo nómada y es ahí, donde más cómoda me he sentido a la hora de poner en palabras lo que me ronda la mente.
Sin embargo, YSIFLY nunca fue un blog de viajes. De hecho, sigo diciendo que, a quien no me conozca o me tenga cierto aprecio, YSIFLY le importará más bien poco pues aquí, de lo que se habla, es de sensaciones. Escribo sobre qué se me mueve por dentro cuando viajo, qué me inspira algún lugar o qué he sentido en momentos concretos y… aunque bien pudiera haber sido mucho más objetiva en cada una de las páginas que componen «este libro», ese jamás fue mi cometido.
De fuga de escape a garra, YSIFLY acabó por convertirse en un impulso para hacer planes cuando se iban acabando las ideas. Ha sido y es, uno más en nuestros planes: motivante y motivación y, por ello, me siento orgullosa y agradecida de que haya formado parte de mi vida durante los últimos tres años y medio.
Sin embargo, siempre he creído que hay que saber pasar página sin tener que arrancarla cuando algo se acaba. Hay momentos en la vida en los que sientes la necesidad de dejar cosas atrás y seguir avanzando y, no por ello son un lastre o un obstáculo. Son parte de ti y lo van a seguir siendo siempre: una ruptura no tiene por qué ser algo traumático o doloroso, de hecho según yo lo veo, debería de ser una evolución. ¿Pena de que algo se acabe? Claro. Y también satisfacción y felicidad porque ocurrió y te llenó muchísimo en el camino.
Hubo amigos que eran hermanos y compañeros de batalla cuando éramos niños y dejaron de serlo. La Universidad acabó y, aunque se llevó con ella algunos de los años más bonitos de nuestra vida, no volveríamos. Hubo amores destinados a serlo todo y lo fueron todo mientras duraron. Creo, que la vida no ha de seguir como siguen las cosas que no tienen mucho sentido, la vida va de vivir. De sentir lo que hacemos. De creer en ello y, de hacer las cosas, como nos salen de dentro. Como y cuando nos las pide el cuerpo.
Esa espiral que os decía al principio, sigue dentro de mí y me va a acompañar siempre, pero he aprendido que es una cuestión de ADN. Este pequeño blog me ha gritado muchas veces cuando callaba que puedo con todo y también, le ha dado portazo a los miedos. Ya no me preocupa no ser capaz de recordar algo, lo que de verdad me inquieta es no ser capaz de disfrutarlo al momento. Pero hoy sé, que pondré todo mi empeño en que así sea.
YSIFLY se queda aquí y, aunque no pondré la mano en el fuego por mí como jamás acostumbro, hoy cuelgo las botas con una sonrisa en los labios.
YSIFLY sobrevivió al 2020, al año que lo cambió todo y al que no vimos venir. Un año que estudiarán durante siglos y que nosotros, todavía no hemos asimilado. El año que nos arrebató nuestra libertad y en el que, para pesar de muchos, no nos quedó más remedio que escucharnos y entendernos con nosotros mismos. 365 días en los que hubo demasiado ruido en el silencio y donde, lo que antes parecía importante, nos dimos cuenta que únicamente era urgente. Y la verdad es que ni siquiera lo era tanto. Un año de estar lejos queriendo estar más cerca que nunca, aun estando en la calle de al lado. Y un año para extrañar.
Yo también sobreviví a 2020, y lo justo sería decir que fui una afortunada. La pandemia me obligó a estar más conmigo de lo que me hubiera gustado y, por mucho que digan que nos ha hecho mejores y nos ha servido para aprender, sigo sin creérmelo. La pandemia empezó por robarme el mes de abril y acabó por hacerme llorar, extrañar y enfadarme mucho, pero lo cierto es que la pandemia, aun con todo su machaque, me pasó de lado.
De hecho, en mi caso 2020 acabó por remontar. Y vaya que si lo hizo. A 2020 le debo entre dos y tres grandes triunfos y no titubeo al elegir qué ha sido lo mejor de este año, que, de no haber sido por lo obvio, habría sido incluso para recordar. Pero 2020 se llevó lo que más quería y, por ello, 2020 siempre será un año para olvidar. Para mí, 2020 siempre será ELLA.
111 entradas después, hoy me despido de YSIFLY y lo hago contenta. Lo hago feliz por haber llegado hasta aquí y, muy agradecida a todos los que nos acompañasteis en el camino. YSIFLY siempre será una parte de mí, pero hoy, como este 2020, nos decimos adiós.
Lo mejor, está por venir. Y que el fin del mundo nos pille bailando. 🤟
Periodista especializada en Marketing Digital y Big Data y nómada empedernida por naturaleza: YSIFLY es el lugar en el que hablo sobre mis ganas de no quedarme con las ganas de nada
🙁