Milán en 24 horas: cuidado con las expectativas

Milán

Para ser sinceros, Milán nunca había estado entre mis planes. Había oído muchos comentarios de esta ciudad, pero ninguno que me inspirara un viaje. No obstante, el destino volvió a hacer de las suyas e hizo que dedicara casi 24 horas de mi vida a desordenar mi conciencia y a reinventar mis prejuicios. Cuidado con las expectativas, porque sólo existen para destruirlas: en este caso, hicieron que volviera a casa con un buen empacho de pasta y con una promesa de regresar.

Como ya comenté en otro post, habíamos encontrado un vuelo muy económico de Milán a Bangkok para nuestro viaje a Tailandia, por lo que a la vuelta, tuvimos que hacer noche en Italia para poder regresar a casa con un Easyjet. Para la ocasión, escogimos New Generation Hostel Urban Navigli un hostel que nos pareció carísimo en comparación con los precios que veníamos pagando en Tailandia, pero que a sus 20€ por noche era más que asequible (las comparaciones siempre fueron odiosas). De hecho, estaba muy aseado, moderno, bien equipado… recomendable cuanto menos. (Además, estaba en la zona de marcha nocturna).

Amanecimos temprano para poder exprimirla y nos sorprendió con el mejor café que había probado hasta el momento. O tal vez, aquella fue mi impresión después de pasar 10 días intentando encontrar un buen café en Tailandia…

Milán

Siempre digo que lo mejor del viaje no es la meta, sino los pasos que vamos dando en el camino. Y así fue Milán, un lugar que estaba de paso y que decidimos disfrutarlo a sorbitos, piano piano. Sin embargo, a medida que íbamos avanzando, teníamos ganas de más: ante nosotras, una ciudad insaciable que estaba dispuesta a cambiar nuestra percepción.

Milán estaba allí, frente a nosotras diciéndonos que no era como las demás. Y la creímos. No es como Roma, esa ciudad que nos hizo eternos por unos días y cuya historia y callejuelas con encanto embelesarían a cualquiera. Tampoco es Florencia, ni tiene el romanticismo que supongo (porque no he estado), debe de tener Venecia recorriendo sus canales. Nada tiene que ver con el carácter latino del Sur de Italia y lejos queda de la belleza de la Costa Amalfitana o Cinque Terre.

Pero tampoco necesita ser como las demás y sin embargo, tiene un poquito de todas ellas. Es moda, aunque para una aficionada como yo, esto es algo que pasa desapercibido escondido entre escaparates que no me reclaman y pasarelas a las que no sueño con ir. Pero reconozco que sí que es elegancia en cada esquina, una ciudad con clase que escoge lo mejor de la historia para vestirlo de gala. Que marca su propio ritmo.

Milán

Hay cientos de publicaciones que cuentan lo que puedes visitar en Milán en un día, así que no me entretendré en describirlos. Os dejo un mapa al final donde quedan señalados para que os podáis organizar. Nosotras fuimos sin rumbo fijo, con un mapa bajo el brazo y con google maps organizándonos la ruta mientras esperábamos la cola de Il Duomo gracias al wifii libre que hay.

Ni siquiera pasamos 24 horas en la ciudad y aun con ello, creo que tuvimos tiempo suficiente para hacernos una idea de qué tiene Milán para ofrecernos. Tuvimos tiempo de desayunar tranquilamente y comer sin apremio antes de coger el autobús que nos llevaría al aeropuerto. También entramos a il Duomo y recorrimos andando los lugares más emblemáticos de la ciudad sin prisa, pero sin tregua (en el mapa).

Respondiendo a las preguntas que me han hecho en relación a este viaje: sí, Milán se ve en 24 horas… e incluso en 48, se saborea con mucha calma. En caso de tener más días, aprovecharía la ocasión para visitar Bérgamo (una bonita ciudad medieval que está a media hora), el Lago Como (a una hora) o incluso Florencia si la estancia se alarga (está a hora y cuarenta en tren). En cuanto a los precios, es cierto que Milán es una ciudad relativamente cara… siempre y cuando la estemos comparando con el Sur, con Praga o con Murcia. En comparación con Bilbao, no me pareció que el precio del desayuno, del tentempié, del alojamiento o de la comida, fuera excesivo.

Mi objetivo no es otro que convenceros de que no hagáis caso a nadie en esto de las recomendaciones. Tampoco a mí. Personalmente, tengo un pacto con Milán en el que prometí volver a visitarla porque me dejó con ganas de más. Fueron pocas las horas que le dediqué, pero sí las suficientes para comenzar a planear un viaje por la Toscana y Florencia en el que se salde mis deudas con Milán, ciudad de origen. Italia tiene ese algo, un no sé qué que me engancha y que me invita a soñar.

Si te pasa algo en la otra parte del mundo, ¡al menos que tengas la seguridad de que todo va a salir bien!
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