Plan dominguero: ruta del Flysch de Deba a Zumaia

Portada flysch

No me cansaré de decir que, podremos ir a la otra punta del mundo en busca de los lugares más mágicos que existen pero que, lo que tenemos en casa, no desmerece nuestra admiración precisamente. Somos unos privilegiados por vivir donde vivimos y tener tan cerquita algunos de los rincones más increíbles que he podido conocer, como es el caso de los flysch.

  • Tiempo | 4,5 – 5 horas
  • Distancia | 14 kilómetros
  • Dificultad | Media

¿De qué estamos hablando?

Escenario de película como 8 apellidos vascos o Juego de Tronos, la costa gipuzkoana acoge un fenómeno único en el mundo que cada vez, gana más y más visitantes. Culpa de ello la tienen las grandes producciones que le dan voz, pero el mérito es propio y ganado a pulso año tras año y golpe tras golpe.

Los acantilados propios de la Costa Cantábrica ya son espectaculares por sí mismos, pero entre Mutriku, Deba y Zumaia esconden sus propios secretos en forma de flysch. Esto es, la historia ha decidido dejar su testigo aquí, en un libro abierto para los geólogos a través de formaciones rocosas de un valor incalculable, pues son testigos de la evolución de más de 60 millones de años de la tierra.

En estas formaciones tan particulares, se alternan rocas duras con blandas y, la erosión del mar, da como resultado unas formaciones que, sin ser geólogos, también podemos apreciar su belleza y quedarnos boquiabiertos ante un atardecer desde San Telmo.

Atardece en los flysch

Antes de empezar, es mejor dejarlo claro

Es posible divisar este fenómeno de diferentes formas, desde tierra, mar y aire pero hoy, nos centraremos en la ruta de senderismo que une Deba y Zumaia permitiéndonos disfrutar del Geoparque a pie.

En primer lugar, he de decir que hoy, alegraré a aquellos detractores que siempre me tachan de ser demasiado optimista y poco crítica en este blog. Conocía los flysch y los había visto desde diferentes puntos y, siempre me había quedado con ganas de más. La magia que desprenden es tan evidente como cautivadora, por lo que hacer la ruta del flysch era una consecuencia ineludible que tarde o temprano, me moriría de ganas por hacer.

Así pues, hacía esta ruta con un interés especial y superior a cualquier otra (ojo, qué malas son las expectativas). Pensaba que, si una imagen estática de los flysch era impresionante, hacer una ruta por su costa, debía de ser toda una fantasía… pero nada más lejos de la realidad.

La ruta se extiende por 14 kilómetros, donde se cruzan el camino de Santiago con el GR-121 que viene a ser la propia Ruta del Flysch. Insisto, aspiraba a ver flysch la gran parte del tiempo pero no fue así… me arriesgaría a decir que tres cuartas partes de la ruta son por el interior y sin ver costa, pero sí una depuradora de aguas por ejemplo. No creo que 14 kilómetros sean una distancia excesiva, pero a mí esta ruta se me llegó a hacer pesada y tuve ganas de terminarla bastante antes de cuando concluyó.

El camino

En cualquier caso, si bien es cierto que creo que esta ruta es en cierta forma un producto marketiniano turístico para atraer gente a estos municipios, estoy 100% convencida de que los flysch merecen la pena, así que ya sea en esta ruta o como fuere, no os perdáis esta maravilla de la naturaleza.

De Deba a Zumaia

No se trata de una ruta circular (sólo para los más animados), así que en nuestro caso, optamos por aparcar el coche en Zumaia y coger el tren hasta Deba, donde empezamos la senda. A lo largo del camino, nos encontramos a caminantes que lo hacían en ambos sentidos, así que dónde empezar, parece que va al gusto del mendizale.

Tren Zumaia

 

Por momentos tuve la sensación de que habíamos escogido la ruta que tenía más tramos de subida que de bajada, pero estoy segura de que esta percepción, la hubiera tenido también tomando el camino a la inversa. Lo que sí que tengo claro, es que empezando en Deba, la parte más bonita de la ruta la encontramos casi llegando al final, lo que creo que siempre anima y nos trae una mejor sensación: para mí el postre siempre fue lo mejor de la cena.

Maite zaitudalako sortzen dut

Si de por sí los flysch, no son lo suficientemente mágicos, las acciones poéticas que los acompañan, llenan esta ruta de un romanticismo muy especial. Y, es que, a lo largo de todo el recorrido nos encontramos por diversos lugares las palabras de algún/a enamorado/a que también quiso formar parte de la historia: Maite zaitudalako sortzen dut. (Si creo, es porque te quiero – del verbo crear, que no creer).

Ahora sí que sí, la Ruta del Flysch

Escogiendo la opción que tomamos nosotros, desde la estación de tren hemos de avanzar en línea recta hasta dos ascensores que nos indican el comienzo del camino (sí, esta ruta de monte empieza en un ascensor). He de decir, que el camino está muy bien señalizado y que únicamente hemos de seguir las señales blancas y rojas que están marcadas en el suelo durante todo el recorrido. Por momentos veremos que aparecen líneas amarillas en estas marcas, pero no os preocupéis. Esto significará que es un tramo en el que coinciden ambos caminos ya mencionados.

Las marcas

Una vez subimos los dos ascensores, cruzamos la carretera y dejamos a la izquierda un edificio de ladrillo rojo para subir por unas escaleras que te hacen cuestionarte por qué has elegido esta ruta. Una vez llegamos a la ermita de San Roque, la dejamos a nuestra derecha para continuar por un camino entre las plantas, donde compartiremos ruta con las vacas.

Este camino, concluye con el primer gran mirador de nuestra ruta: la ermita de Santa Catalina, construida en 1.539 y con las primeras grandes vistas del recorrido.

Ermita de Santa Catalina

Entre vacas, ovejas y caballos

Desde aquí, saltaremos la primera valla del recorrido y, por momentos creeremos que estamos entrando en una propiedad privada pero no os preocupéis. Esto nos ocurrirá varias veces durante la ruta y es la forma de evadir a las vacas y caballos de escaparse (really?).

Continuamos nuestro camino (de interior) y cruzamos un puente. Y vemos una depuradora. Y un túnel con el paso prohibido para peatones. Y las vías del tren (¡cuidado!). Y nos cruzamos con más vacas. Hasta que, a nuestra izquierda, dejamos la cala de Aitzuri donde sólo puedes llegar por mar para disfrute de unos pocos.

Continuamos por el camino delimitado y, llegamos a la parte que, a mi juicio, es lo más bonito de todo el recorrido: Sakoneta. Es una de las calas con las mejores formaciones de flysch y, en sus acantilados, los estratos originalmente horizontales se mostraban en vertical: el cambio se lo debemos a los movimientos internos durante 40 millones de años.

En esta parte, podemos bajar al propio flysch y, caminarlo muy cerquita del mar. No tuve la ocasión, pero intuyo que un atardecer aquí ha de ser una postal de las que no se olvidan fácilmente.

El clímax

Calculo que Sakoneta ha de ser la mitad del trayecto, y a partir de aquí, la ruta continúa «subiendo y bajando montes». De camino, atravesaremos Elorriaga, pequeña aldea que pertenece a Deba y a la que acudí corriendo en busca de algún bar o taberna para comer algo. No tuve esa suerte: un cartel a la entrada me indicaba que el concejo tenía 8 lugares históricos de interés (casualmente, también tenía 8 edificios/casas en total) pero, entre ellos, no había un bar abierto.

Seguimos subiendo y bajando, hasta que llegamos a un merendero que nos sorprende por la cantidad de gente que hay disfrutando de un plan dominguero de barbacoa, sol y naturaleza.

Reponemos fuerzas en este punto y ya nos queda el último empujón, que continúa por el interior a través de los Caseríos Andika Zahar y Andika Berri. No tengo muchos más detalles que dar, porque el camino es muy evidente: siempre hacia delante, subiendo y bajando y, con suerte, viendo el mar por momentos.

La historia haciendo historia

Atardece

Y de repente llegamos al final: a San Telmo, aquella ermita donde Amaia y Rafa no se dieron el Sí, quiero pero casi. Guau, no es de extrañar que este fuera el escenario elegido para la ocasión. Esta ermita, construida en el año 1.540 vela por los flysch que la rodean y por los marineros que se lanzan a sus costas.

Esta ermita, esconde uno de los atardeceres más bonitos que he visto jamás. Y, simplemente por eso, con ruta del flysch o sin ella, os animo a que forméis parte de esas líneas que dibuja la historia, cuando hace historia. Qué maravilla de lugar hemos ido a escoger para vivir. O qué suerte la nuestra si fue el lugar quien nos escogió a nosotros 😉

San Telmo

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