De repúblicas y caos: visita a Coimbra en dos días (y alrededores)

En Coimbra nada tiene sentido y todo lo tiene. Sin parecerse ni un poquito a la Salamanca que hoy me acoge, comparte con ella un mismo espíritu; ese hacer que te sientas mayor por sus calles al elevar la media y, a su vez, más joven que nunca al contagiarte de esas ganas de comerse el mundo de los estudiantes. De hecho, ambas ciudades comparten hermanamiento que así se expone en el (precioso) huerto de Calixto y Melibea de la capital charra.

Coimbra fue la primera parada de nuestro viaje de Semana Santa en coche por la zona Norte de Portugal que ya adelanté en un post anterior. Ya en el blablacar, un estudiante (como no podía ser de otra forma) de Coimbra, nos anticipó esta particularidad de la ciudad que nos esperaba: los colores imperan en el lugar y decoran las casas sin el menor tipo de lógica, «aquí nada la tiene». Y, sin embargo, después de haberla conocido, creo que su esencia es ese caos que le da forma.

(Por cierto y a nivel anecdótico para el recuerdo: el chico del que hablo, nos contó durante el viaje que había ayudado a un amigo a preparar una sorpresa a su chica a la que le iba a pedir la mano esta Semana Santa en Coimbra. No fuimos testigos presenciales, pero sí que hablamos todo el fin de semana para conocer los detalles y… si en algún momento dicha pareja llegara a leer este blog, desde aquí les deseo toda la felicidad del mundo: ella dijo sí!). 

A lo que vamos

Llegamos un miércoles por la tarde, una hora antes de lo esperado (correcto, no nos acordábamos del cambio horario) y fuimos en busca de nuestro alojamiento: Residencia Aviz. Se trata de un pequeño hostal a muy buen precio con una ubicación inmejorable, una habitación amplia con baño privado y balcón que recomiendo sin lugar a dudas (dos noches para dos en plena Semana Santa, reservado con cuatro días de antelación: 68€). Todo estupendo, salvo el dueño… que pecó de maleducado y borde (no se lo tengamos en cuenta, cualquiera puede tener un mal día).

Como era de noche y no conocíamos la zona, aparcamos en el parking que estaba justo debajo y pagamos unos 13€ por un día completo. Al día siguiente, aprovechando que el viernes era festivo, dejamos el coche en la calle (Jueves Santo allí no era tan Santo). En el centro se puede aparcar sin pagar, aunque hay que atreverse a entrar por esas calles estrechas de adoquines que parecen pasadizos

Llegamos un poco por casualidad a un restaurante que tengo que recomendar sí o sí: se llama Dom Espeto donde lo típico es pedir un espeto con toda su guarnición [FOTO]. En nuestro caso, escogimos uno de carne y pescado y nos pusieron seis cuenquitos con diferentes acompañamientos: todo por 22€ bebida incluida y ¡estaba delicioso! Además, muy atento el personal.

En cuanto a qué ver en Coimbra, no me extenderé… como siempre digo, hay mil blogs de viajes muy buenos y este no es uno de ellos (aquí hablo un poco más de lo que me apetece: sensaciones, recuerdos…).

De Coimbra me quedo con sus repúblicas y el interés que me despertaron: se trata de «comunas» de estudiantes: «Vivir un año en una república es como vivir cien» (dicho popular). Al principio, me recordaron a las fraternidades americanas (a modo concepto), pero pronto nos dimos cuenta de que aquí tenían un espíritu más revolucionario, y, tras informarnos, descubrimos que así había sido a lo largo de la historia y de la participación que habían tenido en diferentes acontecimientos políticos de la ciudad: cada una tiene su ideología, sus normas y ritos. Su propia esencia.

Además de esto, también me quedo con que Coimbra es fado en el Café Santa Cruz, un lugar histórico en pleno corazón. Y también, una Universidad llena de vida que, desde lo alto de la ciudad, muestra su poderío. Y son cuestas empinadas a ninguna parte o calles que se cruzan entre sí descubriéndote los secretos de una Coimbra que te invita a perderte. También es adoquín y olor a embrague quemado de viejos coches que pertenecen a estudiantes recelosos de subir. O alguna de sus pastelerías en las que podría pasar horas y horas y después, salir rodando.

Y, sin darte cuenta, te percatas de que Coimbra también es un poco Harry Potter… y sobre todo, cuando descubres que su escritora, se inspiró en las curiosas (elegantes y poco prácticas) capas que llevan las estudiantes de la Universidad.

Y por último, si todos los caminos llevan a Roma, en Coimbra llevan al puente… desde el que tomar tu fotografía de postal de la ciudad, o bien, pedirle la mano a tu media naranja siguiendo el ejemplo de nuestro amigo blablaquero.

Podríamos haber dedicado más tiempo a Coimbra de haber querido, pero optamos por no entrar a Museos ni demás y aprovechar a visitar algún enclave cercano: queríamos conocer la Portugal profunda.

Por ello, abrimos Google Maps y escogimos un poco a voleo un pueblito que estuviera cerca y que pillara de camino hacia el mar: Montemor-o-Velho fue el elegido. Su mayor reclamo es un castillo en bastante buen estado en la zona más alta del pueblo (acceso gratuito), aunque no puedo evitar sorprenderme con las escaleras mecánicas [FOTO] que había en la calle para llegar a ninguna parte, o tal vez, antes al cielo (hablamos de un pueblo de 2.000 habitantes sin un alma por la calle). Como dato, la Portugal profunda nos puso un delicioso café a 0,70cm (a esto es a lo que se refieren cuando dicen que Portugal es más barata, supongo).[FOTO]

Nuestra improvisada ruta acabó en un Salou portugués: Figueira da Foz. Una playa inmensa que con solo pasearla, te la puedes imaginar llena de puestos callejeros en verano y chiringuitos hasta la bandera. 

En definitiva y para acabar,  Coimbra nos gustó. Sin embargo, a medida que íbamos avanzando en nuestro Road Trip por Portugal, todo nos gustaba más que lo anterior, así que ahora mi sensación de Coimbra difiere de la que tuve en su momento. Por tanto, tengo dos posibles opciones: o sobrevaloré a Coimbra… o Portugal me tiene definitivamente enamorada (contra mi voluntad y para mi sorpresa). Seamos sinceros, es mi plan B favorito.

Si te pasa algo en la otra parte del mundo, ¡al menos que tengas la seguridad de que todo va a salir bien!
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